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Aunque a contar de ese día no han vuelto fantasmas a peregrinar o correr aventuras por las murallas del hoy casi destruido Real Felipe, no por eso el pueblo, dado siempre a lo sobrenatural y maravilloso, deja de creer a pies juntillas que el fraile y la monja vinieron al Callao en tren directo y desde el país de las calaveras, por el solo placer de dar un susto mayúsculo al par de tagarotes que hacía centinela en el bastión del castillo.

Por tanto, el haber querido dar un aire de apodo y de vilipendio a los calaveras, es una injusticia de la lengua y los hombres que acertaron a darle los primeros ese giro malicioso: yo por rehúso esa voz; confieso que quisiera darle una nobleza, un sentido favorable, un carácter de dignidad que desgraciadamente no tiene, y así sólo la usaré, porque no teniendo otra a mano, y encontrando esa establecida, aquellos mismos cuya causa defiendo se harán cargo de lo difícil que me sería darme a entender valiéndome para designarlos de una palabra nueva; ellos mismos no se reconocerían, y no reconociéndolos seguramente el público tampoco, vendría a ser inútil la descripción que de ellos voy a hacer.

He querido que subieses aquí, porque no quería hablarte en la cuadra; aunque eso lo sabe toda la ciudad. No enciendas la vela. Podemos hablar así, a la luz de la luna. Apoya tus pies en este sofá y siéntate aquí a mi vera. En ese jarro hay buen anís. Jacobo no utilizó el aviso. Moreno de Calaveras volvió la cara hacia la pared y continuó: Nada me importaría si no la amase, Jacobo.

El Noticiero de Dutch Flat comentó el suceso con su poca aprensión característica: «El nuevo leader de los demócratas de Calaveras, acaba de llegar a la legislatura con un flamante proyecto. Se trata de la conversión del nombre Galba en el de Ponce, apellido del coronel Roberto. Creemos que llaman a eso una fe de casamiento.

Sin embargo, ella tampoco conservaba carne y ni siquiera pellejo... Nos quisimos besar y nuestros dientes chocaron contra los huesos de nuestras calaveras, produciendo un extraño crac-crac.

Y luego venían los planetas, gente simpática y buena, pero sin seriedad ni sentido práctico; los calaveras; los que tienen talento, pero maldito en lo que lo emplean; los artistas que hacen cosas muy bonitas que no sirven para nada; los que desprecian el dinero llegando á la vejez sin salir de pobres. ¿Y qué mayor planeta que aquel médico que, pudiendo hacerse de oro en Bilbao, prefería vivir entre los brutos de las minas?

Cuando los soldados del fisco llegaban á sospechar que los fardos habían ido á refugiarse en el cementerio, sólo encontraban unas fosas vacías y en el fondo de ellas unos cuantos cigarros entre calaveras que asomaban empotradas en la tierra.

Es de notar que casi todos los que se han ocupado del barranco de las Calaveras, han creído encontrar en él huesos humanos en estado fosíl, a cuya creencia ha contribuido no poco, la tradición que aun se conserva, de haberse dado una gran batalla en aquellos llanos en tiempos remotísimos.

Me refiero al Osario, depósito de calaveras mas ó ménos históricas que, segun me dijeron, pasan de 1,500, todas rotuladas con los nombres de los que fueron sus propietarios, lo que no deja de prestarse á curiosos comentarios y la Casa-del-tiro, institucion esencialmente suiza, porque caracteriza á ese pueblo de ciudadanos libres, todos soldados y prontos á defender la patria en cualquier momento de alarma ó de peligro.

«Un caballero amigo mío dijo Refugio pasando de aquel tono convencido al de la jovial ligereza , me ha dicho que aquí todo es pobretería, que aquí no hay aristocracia verdadera, y que la gran mayoría de los que pasan por ricos y calaveras no son más que unos cursis... Porque vea usted... ¿En qué país del mundo se ve que una señora con título, como la Tellería, ande pidiendo mil reales prestados, como me los ha pedido a ?