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Algo había en su conducta que no podía explicarse, y era preciso que ella se lo dijese. ¿No era su hermano único y el mejor de sus amigos? ¿No le contaba todas las cosas que no se atrevía a decir al padre, por el respeto que éste le inspiraba?... Pero la muchacha se mostró insensible al tono acariciador y persuasivo de su hermano.

Un ministro había escrito durante un año entero a Madrid para que sacasen de su Legación al secretario Ojeda, individuo peligroso que muchos tenían por socialista. En realidad, sólo deseaba alejarlo para que la señora ministra recobrase su calma de buen tono y no se comprometiese con un inferior cantando romanzas y recitando poesías en la penumbra del anochecer.

Pasaba muchas noches sin dormir, pensando en la suerte de sus hijos que luchaban en el frente, y esta inquietud daba un tono duro y feroz á sus entusiasmos patrióticos. Bien muerta está... Era una mujer, y los fusilamientos de mujeres resultan penosos.

No puedo resistir al placer de transcribir algunos párrafos, verdadera excepción en el tono general del libro, y en los que describe a Fort-de-France, en la Martinica: «Las fantasías más atrevidas de Goya, las audacias coloristas de Fortuny o de Díaz, no podrían dar idea de aquel curiosísimo cuadro.

Sus dos primas la observaban, mirándose luego con cierto aire de asombro, como si esta nueva manera de ser tuviese también su punto censurable. A Fernando, que de allí a poco debía emprender un viaje a Europa, le habló en tono afectuoso, pidiéndole no dejara de escribir con frecuencia, y ayudó a su madre, muy solícita, en el arreglo del equipaje.

Lo cierto es que lo estás, pues de otro modo no tiene explicación el tono displicente con que me respondes hace rato. Es una suspicacia tuya. Te respondo como siempre. Ricardo contempló en silencio a su novia, que separó la vista fijándola en don Serapio. Podrá ser; pero no lo veo claro.

Le había recibido su madre, que estaba arreglándose para ir a misa y al Mercado. La pobre vieja extrañaba aquella salida, y había tenido que engañarla con penosas mentiras. Pero ya estaba él allí con todo su arreglo. Cuando Tono quisiera... ¡andando! No encontraban una calle desierta.

Por fin dijo en tono más dulce: Si duda usted de , confiéselo francamente, Máximo. La lealtad es el primer deber del amor. Tiene usted razón. Y si, de igual modo, siente usted alguna vez el habérseme prometido, tenga la sinceridad de decírmelo. Se puede perdonar todo, menos el ser engañado. Le prometo a usted ser sincera. Y, ahora, no nos querellemos más.

Mac Sangley se había invitado a mismo y disfrutaba la agradable diversión de asustar a los alumnos más tímidos con las preguntas más vagas y ambiguas, dirigidas en un tono grave e imponente; Melisa se había remontado a la astronomía, y estaba señalando el curso de nuestra manchada bola al través del espacio y llevaba el compás de la música de las esferas describiendo las órbitas entrelazadas de los planetas, cuando Mac Sangley se levantó y dijo con su voz gutural: ¡Melisa!

Era entre los panaderos el de más autoridad Tono el Bizco, un mocetón que tenía fama por su mal carácter e insolencia brutal; y eso que la gente del oficio no se distinguía por buena.