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Ni el más leve gesto, ni una luz en sus ojos que revelase el despertar del maligno recuerdo. Su única preocupación era que el capitán recobrase pronto la salud... Reanimado por la presencia y las palabras de este compañero prudente, Ulises recuperó sus fuerzas, y pocos días después abandonó el cuarto donde había creído morir, dirigiéndose á Barcelona.

Esto bastó para que recobrase la serenidad. La «señora consejera» seguía con ojos fijos la marcha del juego. El miró también, y una sonrisa maligna contrajo levemente los extremos de su boca, al mismo tiempo que se decía mentalmente, á guisa de consuelo: «¡Capitán, capitán!... No sabes lo que te espera

Á fin de lograr que las cosas fueran así, Doña Blanca puso á un lado su constante severidad; empezó á tratar á Clara hasta con mimo, y anhelante de que recobrase la alegría y la salud, rompió el entredicho; abrió las puertas de su casa para Lucía, y consintió en que Clara volviese á salir con ella de paseo, aun á pesar del Comendador.

Un ministro había escrito durante un año entero a Madrid para que sacasen de su Legación al secretario Ojeda, individuo peligroso que muchos tenían por socialista. En realidad, sólo deseaba alejarlo para que la señora ministra recobrase su calma de buen tono y no se comprometiese con un inferior cantando romanzas y recitando poesías en la penumbra del anochecer.

Y con gran sorpresa, pues no estaba acostumbrado á ello, observó que la niña rehuía su encuentro. Por algunos instantes permaneció extático, sin saber qué pensar de tal conducta; pero antes de que recobrase su serenidad y se resolviese á seguirla y pedirle una explicación se oye gritar por todas partes: «¡La despedida, la despedidaUna nube de niños avanza hasta el pórtico de la iglesia.

Aunque su tío Rafael le había asegurado que en durmiendo la mona recordaría la sagrada promesa que le había hecho, su inquietud no le permitía esperar con calma al día siguiente. Ansiaba que por cualquier medio recobrase la razón y con ella la conciencia de sus obligaciones.

Había pensado ella varias veces en los candelabros de plata, pero ¿cómo empeñarlos sin que D. Francisco, hombre de tan buen ojo, se enterase?... ¡Ya podía ser, ya podía ser!... Ella tendría buen cuidado de reponerlos en su sitio, juntando muy pronto el dinero preciso para el desempeño, y así su marido no se percataría de nada cuando recobrase la vista. ¡Pluguiera a Dios y a Santa Lucía que esto fuera pronto!

El vecindario de la capital se acostó pensando en estas dos enfermedades misteriosas, con la esperanza de que al despertar conocería detalles más interesantes sobre la existencia privada de tan célebres personajes. Ninguno de los dos había podido hablar hasta el presente. Al poeta se lo prohibían los módicos hasta que recobrase su perdido vigor.

Fué este discurso tan bien hilado como pronto; y sin dar tiempo á que se recobrase el inquisidor del primer susto, le pasó de parte á parte de una estocada, y le dexó tendido cabe el Judío.

El jardinero y el cochero cogieron al joven el uno por los pies y el otro por los hombros, se le llevaron y le extendieron sobre unos almohadones, en la cochera, sin que recobrase el conocimiento. El cochero le lavó la cara para quitar la sangre que le desfiguraba y le puso bajo la nariz el vinagre que le servía para los caballos, pero nada de esto sirvió.