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D. Diego, ciego de enojo, enarboló el palo, y a compás con los movimientos de su brazo que apuntaban impíamente a las costillas del pobre ayo, iba diciendo: Orden, silencio, obediencia.

En tierra, sentado sobre un trozo de carbón, un negro viejo, sobre cuyo rostro en éxtasis caía un rayo de luz, movía la cabeza, como en un deleite indecible, mientras batía, con ambas manos y de una manera vertiginosa, el parche de un tambor que oprimía entre las piernas colocadas horizontalmente. Era un redoble permanente, monótono, idéntico, a cuyo compás se trabajaba.

Al compás de la agradable música vieron que hacia ellos venía un carro de los que llaman triunfales tirado de seis mulas pardas, encubertadas, empero, de lienzo blanco, y sobre cada una venía un diciplinante de luz, asimesmo vestido de blanco, con una hacha de cera grande encendida en la mano.

Mac Sangley se había invitado a mismo y disfrutaba la agradable diversión de asustar a los alumnos más tímidos con las preguntas más vagas y ambiguas, dirigidas en un tono grave e imponente; Melisa se había remontado a la astronomía, y estaba señalando el curso de nuestra manchada bola al través del espacio y llevaba el compás de la música de las esferas describiendo las órbitas entrelazadas de los planetas, cuando Mac Sangley se levantó y dijo con su voz gutural: ¡Melisa!

Andar, andar y soñar al compás de las piernas, como si su alma repitiera una música cuyo ritmo marcaban los pasos, era lo que a él le deleitaba.

Es el sello de nuestras ferias y romerías: el sonido de las tarrañuelas de cien y cien bailadores á lo alto, al compás de las panderetas que tañen las mejores mozas del lugar. Sigamos.

Ustedes y nosotros estamos todos danzando al compás de una música: si por la misma levantan el pié al mismo tiempo que nosotros, no nos culpen de ello; es la música quien dirige nuestros movimientos. ¿Creen ustedes que los frailes no tenemos conciencia y no queremos el bien? ¿Creen ustedes que no pensamos en vosotros, que no pensamos en nuestro deber, y que solo comemos para vivir y vivimos para reinar? ¡Ojalá así fuera!

-Con todo eso, hermano y señor -dijo el del Bosque-, si el ciego guía al ciego, ambos van a peligro de caer en el hoyo. Mejor es retirarnos con buen compás de pies, y volvernos a nuestras querencias; que los que buscan aventuras no siempre las hallan buenas.

»Después velaron la Cruz aquella noche 12 religiosos que quedaron, quatro de S.to Domingo, 4 de S.n Fran.co y los restantes de la Religión de nuestra S.ra de las Mercedes, redemptión de cautiuos, estando los tres altares muy ricamente adornados, con sus blandones y luces de plata, los quales a las 12 de la noche comenzaron a cantar los maytines y laudes como si estuvieren en su coro en día solemne, alternando los versos con la música del órgano con toda solemnidad; y acabada esta funtión comenzaron a celebrar el S.to sacrifficio de la Misa en los tres altares en vn mesmo tiempo y successivamente al mesmo compás sin parar hasta que llegaron los reios muy de mañana en su tablado que estaua fabricado al lado del dicho altar triangular.

Una deliciosa brisa, saturada de la belleza y la poesía de la mañana, bajó al jardín, muy despacito, después de besar en silencio la ventana de Carmen; a su paso, todas las flores hicieron a compás una graciosa reverencia.... Se prendió en los cielos el primer rayo de sol y Carmen abrió los ojos.