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El continuo contacto con estas fantasías le hacía intolerable su vida de jefe obligado a intervenir en los asuntos de sus partidarios, y a riesgo de enfadar a su madre, huía del casino, buscando la soledad del campo.

Los que tienen ojos en el alma, han visto eso que hacían ver las fantasías que en el mar improvisaba Keleffy: otros hay, que no ven, por lo que niegan muy orondos que lo que ellos no han visto, otros lo vean. Es seguro que un topo no ha podido jamás concebir un águila.

El Faro de Sarrió fué para nuestro amartelado joven un medio admirable de dar forma a las vagas fantasías, inquietudes, ardores y tristezas que a la continua lo agitaban, y declararse sucesivamente con acrósticos misteriosos e iniciales a todas las beldades más o menos macizas que ostentaban sus amables curvas por las calles de la floreciente villa.

En el centro de la plazuela dominada por el palacio del Congreso está colocada, entre una verja de hierro, la bella estatua de bronce erigida á Cervantes, y cantada por Zorrilla, el bardo de las fantasías y las opulentas armonías. Los Españoles no han sido muy pródigos en estatuas y monumentos para perpetuar la gloria de sus genios; pero ya comienzan á pensar en eso.

Todo esto son fantasías contradictorias, avideces en conflicto, que pretenden todas, no obstante, determinar la marcha del arroyo. ¿Qué sería de un pobre árbol, á cuántas enfermedades monstruosas no se vería condenado, si, lozano y lleno de vida, fuera repartido entre varios propietarios, si numerosos dueños pudieran ejercer el derecho de uso y abuso, uno sobre sus raíces, otro sobre su tronco, sus ramas, sus hojas y sus flores?

En su juventud había soñado doña Juana con las heroínas de la Vendée; se había entusiasmado con las hazañas y penalidades de la duquesa de Berry, queriendo, como estas hembras fuertes de la religión y el legitimismo, montar a caballo, llevando sobre el pecho un crucifijo y junto a la falda de amazona un sable pendiente. Pero estos deseos no pasaron de ser vagas fantasías.

Luego pagaban con orgullo, delante de todos, para que se enterasen de su vanidad. Con estas fantasías y otras menos confesables engañaban su tedio en este país abundante en dinero pero de aspecto entristecedor. La riqueza estaba en la profunda capa de salitre que cubría el suelo; pero esta tierra blanca que servía para fertilizar los campos de Europa no toleraba aquí ninguna vegetación.

Únicamente cree en Dios y le teme en la hora de la suprema cobardía, cuando la muerte le abre la obscuridad sin fondo de la nada, y él, en su orgullo de bestia racional, se subleva contra la completa supresión de su ser. Quiere que su alma sea inmortal, y acepta las fantasías religiosas de cielos e infiernos.

Nadie, amigo mío. , empero, leyendo esas mis fantasías nacidas en un suelo de azahares, en un país de ilusiones y recuerdos, retratando las desventuras de una nación desgraciada, los infortunios de altos personajes traídos a menos, a la muerte, y al vilipendio por el desdén y la crueldad de la mala suerte, sabrás distinguir la realidad de la ficción, lo que son memorias lejanas de lo que son ecos de sensaciones más inmediatas, de impresiones acaso palpitantes todavía.

Los rayos de la luna prestaban a la belleza de la joven un no qué de fantástico; y los hombres, que nos pirramos siempre por esas fantasías de carne y hueso, la echaban una andanada de requiebros, a los que ella, por no quedarse con nada ajeno, contestaba con aquel oportuno donaire que hizo proverbiales la gracia y agudeza de la limeña.