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Y el bufón guardó silencio, adelantó á lo largo de la obscura y desierta calle, se detuvo delante de la hostería, se acurrucó en el vano de una puerta y frente á ella esperó.

Ambos reposaban entonces en el cementerio, Marta y yo, huérfanas, abandonadas, nos quedamos en la granja desierta, esperando el momento en que se nos expulsaría. Por mi parte sabía el camino que tenía que seguir, sabía que el porvenir no me ofrecía otra perspectiva que la de ganar duramente mi pan al servicio de otros.

No tiene papeles, pero un bolsillo. A ver, venga dijo Lobo. Pinilla se lo guardó en su cinto; todos corrieron, y la plaza quedó desierta hasta que la ocupó la tropa. #Fernando el Deseado.# No hemos examinado aquella agitada sociedad más que en una sola faz.

Recuerdo que al escribir esto, que me dictaba mi tía, le hice varias preguntas acerca de la vida y de las costumbres de los piratas, y, a pesar de que ella trataba de exagerar la odiosidad de los caballeros de la fortuna, a me parecía que aquello de ser pirata y de abordar a los barcos y quitarles sus tesoros y guardarlos en una isla desierta debía tener grandes encantos.

El Capitán sacó fuego con el eslabón y el pedernal y encendió una pajuela que se halló en el bolsillo. Reconoció la casa, y la encontró enteramente vacía y desierta. Mejor para nosotros dijo . Pasaremos aquí el resto de la noche, y dormiremos perfectamente. Retiraremos las escalas dijo Cornelio. Ya se lo he prevenido a Horn.

Todo, no obstante, era silencio. Pero a D. Felicísimo se lo antojó que oía fuertes golpes en la puerta de su casa. «¡Quiéngritó tres veces poniendo entre cada grito larga pausa de espera. Mas un silencio lúgubre seguía reinando en la mansión desierta. De improviso sintiose por el techo como un aluvión de pisadas tenues, pero en tal número que formaban imponente estrépito.

La plaza está desierta; picotean al sol unas gallinas; triscan sobre el tejado del convento los pájaros; en la lejanía, a la derecha, se pierde un camino ancho, bordeado por largos liños de olmos desnudos. Suena lenta una campanada larga, y después otra campanada larga, y después tres campanadas finas y breves... Es mediodía. Regreso a la posada.

8 Castiga Jerusalén, para que por ventura no se aparte mi alma de ti, para que por ventura no te torne desierta, tierra no habitada. 9 Así dijo el SE

Nada de esto se escondió entonces á la natural perspicacia del joven, y pudo muy bien confirmarse en su sospecha al recordar algunas palabras de su tío, su conducta misteriosa é incomprensible. Llegó á la plazuela de Afligidos cerca de las once. Si aquella noche había reunión, ya todos debían estar dentro. La plaza estaba desierta.

Un momento se habían encontrado sus ojos con los de Mesía, pero no se habían turbado ni escondido como otras veces; le habían mirado distraídos, sin que ella procurase evitar el contacto de aquellas pupilas cargadas de lascivia y de amor propio irritado, confundido con el deseo. Todos callaban en el balcón mientras la Regenta se alejaba y desaparecía por la calle desierta.