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No os pena; que os prometo Que no hay nieve tan helada; Pero he nacido obligada Á su amor y á su respeto. 2290 No puedo hacer más por vos Que decir que os he querido: En fe de lo cual os pido, Y del amor de los dos, Que una cosa hagáis por . 2295 ¿Como ausentarte, mi bien? Después de tanto desdén, ¿Esto merezco de ti? DO

Cuando estuvo á alguna distancia, Lázaro sintió impulsos de correr hacia él para darle las gracias con mayor respeto; pero en él luchaban el orgullo y los celos. Le dejó marchar sin decir nada. Bozmediano iba diciendo entre con mucha satisfacción: Muy vulgar, muy vulgar.... #El "vía crucis" de Lázaro#. Lázaro continuó andando sin dirección fija.

El célebre «dañador» de las posesiones reales merecía por sus hazañas hasta el respeto de los cazadores de la Sierra, y eso que éstos miraban como rateros cobardes a los camaradas de las afueras de Madrid que vivían del huroneo en los bosques de El Pardo.

Luis, que tantas veces había pensado en él con arrebatos de cólera, y que al verle había sentido impulsos de arrojarse a su cuello, acabó por mirarle con simpatía y respeto. ¡También la amaba! Y la comunidad en el afecto, en vez de repelerlos, ligaba al marido y al otro con una simpatía extraña. Que se vaya, que se vaya repetía la enferma con una terquedad infantil.

En respetando al rey y a Dios, respeto que consistía más bien en no acordarse de ambas majestades que en otra cosa, podía usted vivir seguro sin carta de seguridad, y viajar sin pasaporte.

Su concupiscencia no encuentra respeto que le ataje, ni su soberbia dificultad, en vencer la cual no se empeñe, dijo Margarita; cuatro meses hacía que a Sevilla había llegado y conocídome, cuando todavía nos encontrábamos con las apariencias de una riqueza mentida, y requerídome había de amores, y como yo le resistiese, habíame dicho: «O mía habéis de ser, señora, o hemos de ver los dos para qué hemos nacido

Algunas vecinas conocieron a doña Guillermina y la saludaban con respeto. En otros círculos causaba admiración el empaque elegante de Jacinta. Poco más allá cruzáronse de una puerta a otra observaciones picantes e irrespetuosas. «Señá Mariana, ¿ha visto que nos hemos traído el sofá en la rabadilla? ¡Ja, ja, ja!». Guillermina se paró, mirando a su amiga: «Esas chafalditas no van conmigo.

Para entonces, ¿quién sabe si se habrán modificado sus ideas? Después de esta afirmación, que considero atrevida y un poco desvergonzada, nos habla de sus sentimientos honrados, de su respeto a la autoridad paterna y de otra porción de cosas por el estilo, que son en su boca risibles.

Por su probidad como funcionario y su cultura excepcional, mereció el respeto de españoles y de filipinos. AL CUMPLIR CUARENTA A

Hay allí un gran respeto por la altura intelectual; la primera queja que formula un colombiano, aun en el día, contra las crueldades de la España y los horrores de la lucha de la independencia, ¿creéis que se refiere a la secular dominación colonial?