United States or Guinea ? Vote for the TOP Country of the Week !


Las telas deslumbrantes que derramaban un perfume delicado, los encajes costosísimos y los mil primores de todas suertes que iban saliendo de los baúles, despertaban en Matilde la sensualidad y concupiscencia de su naturaleza aldeana. ¡Cómo se hubiera reído de quien le dijese que su hermana, la opulenta condesa de Trevia, era más desgraciada que ella!

Su cara reflejaba la concupiscencia en que ardía; sus ojos se cerraban, para mantener por más tiempo la deslumbradora visión: un río de oro deslizándose con suave murmullo, y él, en la orilla, llenando sus cántaros, tan numerosos que no podían contarse. Rocchio le vió venir y se le echó encima. ¡Lucidos estamos, señor Esteven! dijo sacudiendo su cabeza de león. ¿Qué le parece a usted?

La carne, considerada como enemigo del alma, es la concupiscencia, es el vicio, es la lujuria, que toda religión, no sólo la de Cristo, condena. Pero la carne, el cuerpo humano, considerado como obra de Dios, ¿dónde está condenado? El Verbo se hizo carne, y con cuerpo humano subió al cielo.

El Indio converso era capaz de haber corrido todas las parroquias de Madrid para convencer a su protector de que albergaba una pareja pecadora, entregada a la concupiscencia de la carne. El gesto del señor Vicente delataba su repugnancia a vivir en contacto tan inmediato con el pecado. Maltrana se enfureció ante estos escrúpulos.

Cualquiera tiene un desliz, la carne es flaca; por eso no es bueno para el hombre vivir solo, porque se encenaga, y como dijo quien lo entendía, es mejor casarse que abrasarse en concupiscencia, señor don Pedro. ¿Por qué no se casa, señorito? exclamó, juntando las manos . ¡Hay tantas señoritas buenas y honradas! A no ser por la oscuridad, vería Julián chispear los ojos del marqués de Ulloa.

En ellas se lee egoísmo, concupiscencia y vanidad. Hizo el enano una pausa para que Cristela se sondara a misma, y Cristela descubrió que el enano tenía razón. Estaba ella triste porque su curiosidad de mirar las almas la había desengañado de hombres y cosas. Y Bob le observó: A ti, Cristela, los rostros te sonríen como rosas, blancas, amarillas y encarnadas.

De suerte, que aunque el hombre lavado con el agua del sacrosanto Bautismo reciba la gracia, y se le borre la mancha del pecado original, queda no obstante la pena de aquel pecado, y está poseído de la concupiscencia.

La Severa ha tenido la desgracia de excitar la concupiscencia del tirano, y no hay quien le valga para librarse de sus feroces halagos. No es sólo virtud lo que la hace resistir a la seducción: es repugnancia invencible, instintos bellos de mujer delicada que detesta los tipos de la fuerza brutal, porque teme que ajen su belleza.

Pero si en el castigo venero y acato tu justicia, te doy gracias por tu misericordia. ¿Qué no merecía yo por mi delito? Mi indigno cálculo ha sido desbaratado; mi insano sofisma se ha vuelto contra : yo mismo he quedado envuelto en la red cautelosa que había tendido. »Harto lo reconozco ahora. La concupiscencia del espíritu es la peor de las concupiscencias. Repugna por anti-natural.

No hay sólo concupiscencia en la carne: la hay en el espíritu. Y si hay espiritualismo divino, no deja de haberle diabólico, y más común y frecuente por desgracia. Ahora bien: yo entiendo que este espiritualismo diabólico, y no el divino, es el que nos aparta de la naturaleza y de su amor inocente.