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30 que no reciba cien tantos ahora en este tiempo, casas, y hermanos, y hermanas, y madres, e hijos, y heredades, con persecuciones; y en el siglo venidero la vida eterna. 31 Pero muchos primeros serán postreros, y postreros, primeros.

Siento no poder pedirle que me deje sacar un croquis, pero esto sería poco correcto." Se quitó el sombrero y dijo muy respetuosamente: Veo, señorita, que usted también ha tenido la bondad de interesarse por ; reciba, por ello, mi más vivo agradecimiento.... Y con pena, pero comprendiendo que las conveniencias lo exigían, se alejó.

¿Qué más he de decir á Vd. en estas líneas, que ya para dedicatoria podrán parecerle largas?.... Pongo punto y reciba una vez más la muestra del reconocimiento y la amistad de su affmo. Enero, 1904. Al que leyere... Este es un libro que yo vi nacer: mejor dicho, que contribuí un poco á que naciera.

19 diciendo: Dadme también a esta potestad, que a cualquiera que pusiere las manos encima, reciba el Espíritu Santo. 20 Entonces Pedro le dijo: Tu dinero perezca contigo, qué piensas que el don de Dios se gana por dinero. 21 No tienes parte ni suerte en este negocio; porque tu corazón no es recto delante de Dios.

Cuando reciba usted estos renglones el estorbo no existirá ya. Que la propia conciencia perdone a los que me han hecho padecer, como yo los perdono.» ¿Dónde se ha hallado esta carta? preguntó el Conde. El portador de ella contestó: En el bolsillo de un hombre que hace media hora se arrojó de cabeza por el viaducto de la calle de Segovia. No sabemos quién es.

¡Ah!... ¿De esos que hablan con las patas de las mesas? ¡Alabado sea...! No, esos no. Pero estamos de enhorabuena: cualquiera que sea la secta o escuela que le sorbe el seso a tu marido, tenemos ya noventa y seis probabilidades contra cuatro de que te reciba con los brazos abiertos. lo has de ver. Fortunata dudaba que esto fuera así.

Conviene, sin embargo, oir al mismo Lope: «Mándame, ingenios nobles, flor de España, Que en esta junta y Academia insigne Que un arte de comedias os escriba, Que al estilo del vulgo se reciba.

Por fin, he conseguido de mi madre que no le reciba más en casa. ¿Por qué? Porque es muy aficionado a las muchachas, y no me gusta verle hablar con mi novia. Mamá no quería; pero me planté, chico. «O lord Gray o yo» dije y no hubo más remedio. Según eso, le han puesto en la puerta de la calle. Con cortesía y disimulo.

Otra vez la contempló el clérigo con penetrante mirada, advirtiendo su agitación. Bueno... Lo que puedo hacer en su obsequio es avisar a Su Ilustrísima... No respondo de que la reciba a usted a estas horas... Puede usted pasar a esta sala y aguardar un momento. No tardaré en traerle la respuesta. Abrió la puerta del saloncito de recibo, hizo traer un quinqué y la dejó sola.

Este anhelo que hoy se ha apoderado de todas las cabezas, hasta de las más vacías, hace recordar aquel gracioso epigrama de Goethe á los originales: «Un quídam dice: Yo no pertenezco á ninguna escuela; no existe maestro vivo de quien reciba lecciones; en cuanto á los muertos, jamás he aprendido nada de ellos». Lo cual significa, si no me equivoco: «Soy un majadero por mi propia cuenta». Este afán desmedido de originalidad ¿qué otra cosa es sinó lo que hemos dicho, una exageración de la energía individual, un desequilibrio, el pecado, en fin, de la soberbia?