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Con permiso de Vuecencia respondió el apoderado, mansa y respetuosamente , no es el plazo tan desahogado como convendría para una cantidad de esa consideración. En plazos más cortos has sabido facilitarme sumas mayores le replicó el marqués, en tono suave, pero con visos de exigente.

Al ver entrar al famoso maestro, los oficiales suspendían un instante su trabajo y los que estaban cubiertos se quitaban respetuosamente la gorra. Allí vio Ramiro, por primera vez, manipular las espadas ígneas, y contempló con heroico deslumbramiento tantos aceros que iban a lanzarse en seguida hacia las más diversas comarcas, frenéticos de sangre y de honra.

Y él estaba decidido á usar de ese permiso, porque apenas las últimas palabras de la tía de Herminia se habían confundido con el hueco rumor de las disertaciones de Truchelet, cuando entró un criado, se aproximó á la dueña de la casa, é inclinándose respetuosamente, murmuró esta frase: El señor Fortunato Roussel pregunta si la señorita tendrá á bien recibirle.

El único que estaba junto á él era Lewis. ¡Vamos, príncipe! ¿qué es eso?... ¡Serenidad! Tal vez una buena copa de whisky... Toledo oyó un estertor angustioso, un jadeo de pecho oprimido. Respetuosamente apartó una de las manos del príncipe, dejando su rostro al descubierto. Ahora era de un tono de ladrillo, abrillantado por el sudor y las lágrimas. Lubimoff lloraba.

Después, en actitud humilde, rogó a D.ª Carolina que le permitiese, no acompañarlas en el paseo, sino tan sólo seguirlas de cerca respetuosamente. Y por muchos días se vio a aquel rubicundo joven por los paseos a tres o cuatro pasos de distancia de dos señoras, sin osar acercarse a ellas. Por último, entró en la casa y comenzó a hablarse de matrimonio.

En seguida cantó un aire nacional con bastante voz, con bastante gusto é inteligencia, pero haciendo mohines que destruian en nosotros el efecto del canto. La prima donna da fin á su papel, se inclina respetuosamente ante el público, el público aplaude otra vez, se abre de nuevo la puerta del fondo, y aparece el tenor, el cual se la llevó como la trajo.

No, señor; es la primera vez que viene a la Opera... Soy antiguo abonado y no la he visto hasta hoy. Los espectadores inmediatos tampoco la conocían. Pero no lejos de ellos, un extranjero, de aspecto distinguido, se inclinó respetuosamente saludando a la hermosa dama. En seguida todos apresuráronse a preguntarle su nombre. Es lady Inggerton, la esposa de un opulento par de Inglaterra.

Apenas transcurrió un minuto entre el anuncio y la entrada de don Paco diciendo buenos días. Buenos días Dios a usted, señor padre dijo doña Inés, levantándose de la silla, acudiendo respetuosamente a su padre para besarle la mano y convidándole a sentarse, como se sentó, en un sillón, frente a ella.

María se levantó tranquila, fuerte, decidida, y mostrando á Cristián su hermosa cara transfigurada por la esperanza, pronunció estas palabras: ¡Logre usted su empeño!... Tragomer lanzó un grito de júbilo y viendo la mano de María que caía con descuido por encima de su falda, la cogió arrodillándose é imprimió en ella respetuosamente sus labios.

Dicho esto, recibió respetuosamente el guante que le tendía la baronesa y lo aseguró en su gorra, con el mismo broche de oro que sostenía la ondulante pluma. Despidióse después afectuosamente de la dama anegada en lágrimas y poniendo su caballo al trote, seguido de los escuderos, tomó el camino del bosque.