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El director contestó que llegarían a la noche. «Perfectamente; se dijo, si la música no va a recibirle, al menos no se quedará sin serenata. ¡Y que rabien esos miserablesLa llegada del duque de Tornos coincidía, como hemos visto, con la romería de San Antonio.

Algunas veces va allá, y la persona que usted sabe me dice que la duquesa se niega á recibirle. Es ahora un simple visitante, un amigo como otro cualquiera. La duquesa quiere evitar la antigua intimidad; le envía regalos al hotel de los oficiales, se preocupa de su bienestar, encarga á la señorita amiga mía que se entere de si le falta algo, pero sólo lo recibe de tarde en tarde.

Hubo en seguida lo de «yo no debía recibirle a usted, porque es usted un ingrato», y lo de «usted me estima en mucho más de lo que yo merezco»; «usted no viene aquí por tal y cual cosa»; «pues sepa usted que no he venido sino por esto y por lo otro»; «que », «que no», etcétera, etc.; porque, mutatis mutandis, en estos preludios de visita siempre se dice lo mismo y no se adelanta un paso, por más que muden los tiempos y se ilustren los actores.

Habiéndose negado su tía á recibirle, era lo más probable que no le viese más y esto le producía una tristeza inexplicable. Por primera vez sintió una especie de pesadez, que la oprimía el corazón y no podía definir con precisión si era alegría ó pena lo que experimentaba. Pero era, eso , una sensación muy fuerte que le parecía que había de durar toda su vida.

Y al día siguiente Valeria le cortaba el paso con el aspecto confuso del que dice una mentira. «La duquesa no puede recibirle; la duquesa desea estar solaEsta negativa inexplicable se había ido repitiendo en los días sucesivos, cada vez con mayor sequedad. Ahora era el jardinero el único que salía al sonar el timbre, hablándole á través de la verja.

Ricardo Watson, que corría el campo, deseoso de aproximarse á la estancia y temiendo al mismo tiempo irritar á Celinda con su presencia, vió también pasar á lo lejos al señor Rojas con dirección á la Presa. Esto pareció infundirle ánimo. Pero á continuación sintió miedo. No osaba acercarse á la estancia, temiendo que fuese Cachafaz el único que saliese á recibirle. Era mejor vagar por el campo.

Pero me gusta dar a cada cual lo que merece, y no tengo todavía bastante franqueza con usted, que es caballero y hombre de mundo, para recibirle en mi casa, por primera vez, vestido de carretero. Va, pues, con usted, como ha ido antes con otros, este ceremonial; y no me lo agradezca, porque es deuda de homenaje que le rindo muy gustoso.

En Bolonia salió a recibirle el Conde de Sena hasta una milla de la ciudad: en Florencia, Módena y Parma se detuvo poco y sin parar mucho en Roma, continuó hasta Nápoles, ya porque allí hubiera mayor facilidad para cobrar fondos que de España le mandasen, ya porque tuviese órdenes que recibir del Virrey, Conde de Oñate, a quien Felipe IV había encargado que cuidara del cumplimiento de cuanto se refería al propósito del viaje.

Cruzando llanuras estériles y pardas, entrecortadas por una que otra serranía de aspecto semejante al lomo esquilado de las mulas, evitando los pueblos, y durmiendo a cielo abierto donde le tomaba la noche, llegó una mañana a la vista de la célebre ciudad de los concilios y espaderías, sin más incidente de importancia, en el camino, que una sorpresa de salteadores, cuyo jefe, el famoso golfín Avendaño, admirado de su valor, hízole devolver las joyas y el dinero y ofreció recibirle en su banda como segundo.

Había un trajín impaciente de muebles en habitaciones, y cada vez que la madre y la hija se encontraban en medio de tal jaleo, reñían y se increpaban, porque Narcisa, celosa siempre del hermano buen mozo y seductor, opinaba que aquellos eran demasiados preparativos para recibirle, y protestaba con satíricas frases de aquella revolución inusitada. En esto llegó Andrés.