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Mientras el grueso de las señoras ponía interminables glosas a este documento, las que vestían a la nueva prometida de Jesús andaban cerca de concluir su tarea y daban la última mano al tocado con la misma complacencia que un artista da las últimas pinceladas a un cuadro, alejándose y acercándose infinitas veces para hacerse cargo del efecto que produce.

Estas eran las últimas palabras. ¿No debía completarse la frase de esta manera: «o morir para evitar el pecadoLa lectura de las memorias había demostrado al juez Ferpierre que la Condesa d'Arda se encontraba en situación de tener que pensar en la muerte como el único término de su desventura.

Comprendí que iba a matarle, que se iba a perder sin remedio. Por eso, las últimas veces que vino acá le seguí, previendo una catástrofe. Y como él me pidiera que le ayudara, lo ayudé. ¿Matando a la mujer amada por el? Devolviéndole la libertad. ¿Y ha asesinado usted a esa criatura así, a sangre fría, deliberadamente? Vine a verla. Vine el último día para hablar con ella.

Soledad levantó los ojos y le miró á la cara con sorpresa y curiosidad. El majo había pronunciado las últimas palabras con emoción. Todo eso será verdad, Velázquez... pero estoy convencida de que ni yo puedo hacerte feliz á ti ni puedes hacerme feliz á repuso la joven dulcemente, pero con firmeza.

La magnolia, nuestra antigua conocida oyó, a las últimas luces de la tarde, el final de esta conversación congojosa.

El Nacional, asustado por la indignación de la madre de Gallardo y conmovido por las lágrimas de Carmen, que lloraba silenciosa, ocultando su cara tras un pañuelo, se defendía torpemente. Pero al escuchar las últimas palabras, se irguió con gravedad sacerdotal.

No puedo tomarlo mal; sois honrada, y muy noble, y muy dama; si estáis enamorada, enfermedad es esa con que nacemos, y enfermedad incurable, de que no debéis avergonzaros; conque ¿qué diré á don Juan Girón y Velasco? ¿Qué le habéis de decir de mi parte? Nada. Id con Dios. Quedad con Dios, señora. Y el bufón salió después de pronunciar con un retintín insolente sus últimas palabras.

Estuvo completamente consciente durante varias horas antes de morir. Se podía haber olvidado de ella. La memoria de los hombres decae a menudo en las últimas horas que preceden a la muerte.

Estos preparativos duraron cerca de dos años, y aun con este paréntesis no se creía bastante alejada de sus últimas locuras para no temer que, cuando menos lo pensara, se le prendiera alguna en el vestido. Durante este tiempo hizo una visita a Luz. ¡Cómo iba completándose aquella criatura! ¡Con qué amor iba la naturaleza formando a la mujer sobre la armadura de la niña!

¿No le hará a usted daño este ruido? No... Me aburría mucho en la cama... Además, no quería privar a las chicas del único recreo que hoy por hoy tienen en Lancia. Muchas gracias, Amalia exclamó una jovencita que venía bailando y oyó las últimas palabras de la dama.