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Actualizado: 24 de mayo de 2025


Mientras las puertas del Congreso estaban cercadas por una multitud de papanatas, a quienes se prohibía hasta aproximarse a la acera, él las atravesaba erguido entre las reverencias de los porteros, que, al abrirle respetuosamente la mampara de rojo terciopelo, le decían: Pase Usía.

Cuando descendieron del tren llegaba trotando pesadamente Hipólito, que al encontrarse con los viajeros se sacó respetuosamente su gran chambergo campero, y cuadrado contrariendo la ordenanza militar, pues que formaba vértice con las puntas de los pies casi unidas y los talones a un geme de distancia dijo tendiendo a Melchor su amplia mano de trabajo: ¿Cómo va, D. Melchor?... ¿éstos son los señores? agregó mirando a Lorenzo y Ricardo.

Rafael oyó voces de mujeres que subían por el camino, y tendido como estaba vio aparecer sobre el borde del banco e ir remontándose poco a poco dos sombrillas; una de seda roja, brillante, con primorosos bordados como la cúpula de afiligranada mezquita, la otra de percal rameado, modesta y respetuosamente rezagada.

Y como observase que el negro llevaba corona y era rey como los otros dos españoles, pensó naturalmente en el rey de los indios y suspiró. ¿Sabeis, señor, preguntó respetuosamente á Basilio, si el pié derecho está suelto ya? Basilio se hizo repetir la pregunta: ¿Pié derecho de quién? ¡Del rey! contestó el cochero en voz baja, con mucho misterio. ¿Qué rey? Nuestro rey, el rey de los indios...

Así dijo, en el tono austero y profético de una sibila. Y sin más, permitiendo apenas que por toda despedida el joven besara respetuosamente su mano de abadesa, cubriéndola de lágrimas, se retiró del mundo. Pablo, Pablito, como ella cariñosamente le llamara, quedó solo.

Alcela en alto y la mostré a su dueño haciéndole seña de que iba a subir para entregársela. Y sin más dilaciones entro en el portal, subo la escalera y tomo el cordón de la campanilla... Ya está abierta la puerta. Mi lindo agresor asoma su rostro trigueño, gracioso, lleno de vida y frescura, y extiende sus manos diminutas, en las cuales deposito respetuosamente a la muñeca desmayada.

Con gusto hubiera prolongado el rey Buby la velada, pero Ratón Pérez, que se había ausentado un momento, volvió con su cartera terciada á la espalda, y al parecer bien repleta, y le manifestó respetuosamente que ya era hora de partir.

Sentado esto, séame permitido, señor marqués, preguntarle confidencial, amigable y respetuosamente, si ha arbitrado usted algún medio de asegurar su existencia y la de su hermana y pupila, y cuáles son sus proyectos. Yo no tengo ninguno, señor, se lo confieso; todos los que había podido formar, son inconciliables con el estado á que me veo reducido.

Sólo unos criados permanecieron junto al cuerpo del cosaco, tendido de bruces, viendo respetuosamente cómo se agitaban por última vez sus piernas, cómo se iba vaciando lentamente por el cuello, cómo se extendía una mancha negra en la nieve, que empezaba á azulear bajo la lividez del alba.

Saboreando estaba su contento, cuando un ayuda de cámara abrió la puerta y dijo respetuosamente: Señor, el cocinero mayor de su majestad, solicita hablar á vuecencia. Lerma mandó entrar á Montiño.

Palabra del Dia

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