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Actualizado: 24 de mayo de 2025
Estábamos, como he dicho, en una sala baja, donde la Condesa había hecho traer, para nuestro regalo, un par de zaques, milagrosamente salvados de la rapacidad francesa. Don Diego, luego que tal vió, volvióse a nosotros, que permanecíamos respetuosamente detenidos en la puerta, y con gesto de campechana confianza nos dijo: Ea, muchachos, entrad todos aquí ¿Por qué estáis en la puerta?
Pero esta felicidad fue de corta duración. ¡Hay tan poca distancia desde la calle de la Grange-Bateliere a la de Provenza, y además aquellos magníficos caballos marchaban con tanta rapidez!... El carruaje se detuvo por último; apeose Arturo, ofreció la mano a su compañera, subió con ella hasta el primer piso, llamó a la puerta de su habitación, la saludó respetuosamente y desapareció en seguida.
Cuando el de Madrid, al lado de don Silvestre, se acercó al portal de la iglesia, el rumor que veinte pasos antes llegara bien claro á sus oídos, cesó de repente; levantáronse los hombres que estaban sentados, suspendieron los muchachos sus juegos y carreras, y descubriéndose todos respetuosamente, abrieron calle al madrileño y á su amigo hasta donde el primero juzgó oportuno detenerse.
Uno de ellos, cierto almacenista de camas que solía acercarse a la mesa de vez en cuando, se atrevió a decir respetuosamente: La verdad es que esa mujer, en mi pobre opinión, no le conviene a usted, señor Romadonga. ¡Ya lo creo que no me conviene! exclamó el seductor con furia. ¡Vaya una noticia que usted me da!
El cadete le dejó respetuosamente la acera. Mozo, una copa... ¿de qué, D. Miguel? De agua. ¿Cómo de agua? dijo sorprendido y un tanto amostazado. Es lo único que me apetece en este momento. ¿Pero?... ¿No quería V. antes darme una satisfacción? Sí señor. Pues deme V. ahora la de dejarme beber agua, puesto que tengo sed.
El joven replicó que, no pudiendo marcharse aquel día por estar descalzo el caballo de su tío, había venido a la fiesta de Marín, donde se había tropezado casualmente con Rosa. Mirole el seminarista como diciéndole: ¡a mí con esas! pero se calló respetuosamente.
Sin embargo, Miguel logró entrar en el cuarto y se sentó respetuosamente en una silla a esperar que se diese por terminada.
Los señores de los Pazos no protestaban: eran marqueses por derecho consuetudinario; y cuando un labrador, en un camino hondo, se descubría respetuosamente ante don Pedro, murmurando: «Vaya usía muy dichoso, señor marqués», don Pedro sentía un cosquilleo grato en la epidermis de la vanidad, y contestaba con voz sonora: «Felices tardes».
Siento no poder pedirle que me deje sacar un croquis, pero esto sería poco correcto." Se quitó el sombrero y dijo muy respetuosamente: Veo, señorita, que usted también ha tenido la bondad de interesarse por mí; reciba, por ello, mi más vivo agradecimiento.... Y con pena, pero comprendiendo que las conveniencias lo exigían, se alejó.
Y subieron a la acera de la Lonja, pasando por entre los grupos de gente menuda que, con un dedo en la boca o hurgándose las narices, contemplaba respetuosamente los pastorcillos de Belén y los Reyes Magos hechos de barro y colorines, estrellas de latón con rabo, pesebres con el Niño Jesús, todo lo necesario, en fin, para arreglar un Nacimiento.
Palabra del Dia
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