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Actualizado: 26 de julio de 2025


Cuando un criado abrió la puerta de la casa que da a un patio abierto, se encontró cuatro cestitas de junco llenas de quesos, panecillos de manteca hechos en forma de zuecos y avellanas. Los pastorcillos que habían dejado allí aquellos regalos, se escondieron y pudieron oír también nuestras exclamaciones de asombro; misterio por misterio, ofrenda por ofrenda.

Por allí andaban damas y caballeros, no en facha de pastorcillos, ni al desgaire, ni en trenza y cabello, sino lo mismo que iban por las calles, con guantes, sombrilla, bastón. Echando, pues, de su alma aquellos vagos deseos de correr y columpiarse, pensó gravemente de este modo: «Para otra vez que venga, traeré yo también mis guantes y mi sombrilla».

Hasta hoy, había creído que esos pasos coreográficos, sólo estaban reservados a los pastorcillos de la Opera; pero por lo visto andaba yo equivocado. ¡Pero, papá! osó decir Magdalena, que acababa de advertir que el doctor hablaba en serio. Ayer aún... Una cosa era ayer, y otra es hoy replicó con sequedad Avrigny. Sujetarse de ese modo a lo pasado es renunciar a dirigir lo futuro.

Los pastorcillos debieron tener miedo al sentir aquel ruido, porque al llegar a un pequeño claro que forman los árboles en la falda del monte, encontramos una pequeña manada de corderos y cabras sin pastor y bajo la única vigilancia de dos grandes perros negros, que, al vernos, ladraban con fuerza. Algo más lejos, observamos las cenizas humeantes de una hoguera entre dos grandes piedras.

Versaba sobre la milagrosa aparición de la Virgen en la gruta de Lourdes a los pastorcillos Máximo y Bernardeta; estaba en francés y adornado con grabados.

Y, por último, aunque se funde el amor de Dafnis y Cloe en la material hermosura de ambos, en su contemplación, y hasta en el deseo de lograr su posesión por completo, todavía, á par de este deseo, hay una amistad, un afecto entrañable, una terneza pura en ambos pastorcillos, que evitan el que sea su amor mera lascivia, y que le purifican y realzan.

Eran los pastorcillos que discutían entre el estupor que el hallazgo les hubo causado y la natural alegría que había producido en ellos tan inesperado acontecimiento.

Y subieron a la acera de la Lonja, pasando por entre los grupos de gente menuda que, con un dedo en la boca o hurgándose las narices, contemplaba respetuosamente los pastorcillos de Belén y los Reyes Magos hechos de barro y colorines, estrellas de latón con rabo, pesebres con el Niño Jesús, todo lo necesario, en fin, para arreglar un Nacimiento.

Palabra del Dia

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