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Luego se presenta una llanura anegada, en la que los caballos se meten hasta las rodillas. A una legua del puerto se ve la estancia de Nieves, donde hay mucho ganado; y despues de atravesar un arroyo bastante hondo, se prosigue por un boscage ralo y lleno de agua, desembocando por último en un pantano inundado, en el cual llega el agua á los encuentros del caballo.

«Lunes 20 de enero de 1642, fue dia del glorioso San Sebastian y este dia estubo toda la ciudad cercada de agua y anegados todos los arrabales desta ciudad y triana estubo anegada toda y se cayeron algunos edificios y el Cabildo desta Santa Iglesia hizo muchas limosnas y algunas personas, Dios se lo pague, y el rio se llevó la puente» .

Despues de la espulsion de los Jesuitas, fué transferida esta mision á la ribera opuesta, sobre una dilatada llanura anegada en partes, y donde un pequeño arroyo que comunica con el Mamoré facilita la navegacion en el período de las lluvias.

No se decidía ni a besarla, gozando con la idea de poder hacerlo a sus anchas después de recibidas las bendiciones de la Iglesia, y aun de hacerle otras caricias con la falsa ilusión de no habérselas hecho antes. Mientras comían, Fortunata se sintió anegada en tristeza, que le costaba trabajo disimular.

En el vivo interés que este diálogo tenía para las dos mujeres, a veces los cuatro vigorosos brazos metidos en el agua se detenían, y las manos enrojecidas dejaban en paz por un momento el envoltorio de ropa anegada, que chillaba con los hervores del jabón.

Estas llanadas están cubiertas en algunos parages de grandes yerbas, cuyas penachos, que salen fuera del agua, sustentan unos pelotones rojizos, formados por las hormigas; las que no pudiendo vivir sodre la tierra anegada, se agrupan de este modo, para esperar durante dos ó tres meses el retorno de la seca: mas al menor choque suelen deshacerse tales grupos, desparramándose las hormigas, cuando no en el agua, adentro de las canoas; lo cual se agrega á las otras molestias del viagero navegante.

En la Bahia de los Leones, bajaron á tierra los españoles, y no encontraron rio alguno. En la de Camarones, no habia cosa notable, sino muchas y grandes peñas que parecian una ciudad anegada. Tenia tan poca agua esta bahia, que la fragata se quedó en la peña hasta que volvió la marea. En la de Gallegos tambien desembarcaron, pero los llamaron antes que pudiesen examinar si habia ó no rio alguno.

Para corroborar el concepto de este establecimiento, me ha parecido tambien incluir á V.E. un oficio del Comisario Super-intendente, D. Francisco de Viedma, bajo el número 11, porque en él se reconoce que, despues de establecido tanto tiempo en el Rio Negro, donde se ha consumido ingente caudal, intentaba la poblacion principal en el Colorado, figurando en la Bahía de Todos Santos, y la Anegada, donde desagua dicho rio, todas las utilidades que pueden desearse: pero, aun dado el caso de que sean parages seguros, se necesita otro fuerte, poblacion, grandes gastos por consiguiente, y mucha tropa para contener la indiada que allí concurre, que inquietaria continuamente los pobladores, robaria el ganado, é impediria siempre la comunicacion con Buenos Aires.

A lo cual respondió Florela suspirando: Cosa es el amor, señora, que no ha menester más que un punto para rendir a su imperio un alma; y tanto más, cuanto más esta alma está anegada en tristezas, y huérfana de dulces afectos. Calla, Florela, dijo doña Guiomar enjugando sus lágrimas, que me parece que alguien viene.

Salía don Víctor dejando tras las puertas abiertas, dando órdenes caprichosas para que se cumplieran en su ausencia; y cuando Ana ya sola, pegada a la chimenea taciturna, de figuras de yeso ahumado, quería volver a su propedéutica piadosa, a los preparativos de vida virtuosa, encontraba anegada en vinagre toda aquella sentimental fábrica de su religiosidad, y calificaba de hipocresía toda su resignación. «¡Oh no, no! ¡yo no puedo ser buena! yo no ser buena; no puedo perdonar las flaquezas del prójimo, o si las perdono, no puedo tolerarlas.