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Empezaba a sentirse el hálito del monstruo que soplaba vivo y soberbio por la estrecha boca de la ría y escuchábase a lo lejos el sordo y formidable rumor de sus entrañas. Las falúas tropezaban aquí y allá con algunos pañuelos de espuma que venían rodando sobre el agua como jirones desgarrados del manto de algún dios que hubiese combatido toda la noche con los monstruos del océano.

»No había excusa posible; así, que me dirigí en el acto a su aposento. Ella debió conocerme por el rumor de mis pasos, porque al entrar yo la vi con los ojos fijos en la puerta, revelando en su»mirada la más profunda ansiedad. Al verme llegar, me dijo: » Ven, ven, Amaury. ¿Has visto ya al ministro? » le contesté, con cierta vacilación.

Todo se acabó, cuando abrí los ojos y advertí mi pequeñez, asociada con la magnitud de los desastres a que había asistido. Pero ¡cosa singular!, despierto, sentí también cañonazos; sentí el espantoso rumor de la refriega, y gritos que anunciaban una gran actividad en la tripulación.

Ese rumor que circulaba acordábase muy bien con la idea que daba el cálculo de tal contrapeso, necesario al hemisferio que habitamos y al equilibrio del globo. No hay existencia más azarosa que la de Magallanes. Constitúyenla combates, viajes á lejanas tierras, huídas y litigios, naufragios, asesinato frustrado, y finalmente, pérdida de la vida en manos de los salvajes.

No se escuchaba en la estancia otro rumor que el de las páginas en el silencio. De pronto, una onda ignota, un soplo, algo inexplicable, hízole mirar hacia afuera.

De pronto incorporábase con nervioso impulso, y dando un salto desaparecía en la obscuridad, entre sonoro rumor de vegetaciones rotas. Pep explicaba este arranque silencioso. No era nada; algún animal que andaba errante y perdido en la sombra: una liebre, un conejo que había husmeado con su sensible olfato de perro cazador.

En la puerta oíase un rugidillo que no por ser infantil dejaba de ser insolente. Parecía el rumor de un poco de plebe menuda de esa que suele encresparse en las plazuelas de verdura, y que la autoridad sabe contener sin más artillería que las escobas municipales.

Pensó que con un breve signo, pensó que chistándola apenas vendría hacia él, y a la primera caricia daríase mansamente como una esclava. Pensó en reyes ancianos que entregarían su corona por un instante de aquella voluptuosidad que él podía gozar allí mismo. : un solo rumor del aliento, y la preciosa criatura vendría a henchir de deleite su noche solitaria.

Ana oía vagamente los ruidos de la cocina donde Pedro disponía con voces de mando los preparativos de la comida; el rumor de los surtidores del patio y las carcajadas y gritos de su marido, de Visita, de Edelmira y de Paco, que iban y venían por las escaleras, por los corredores, por la huerta, por toda la casa. No había visto al Provisor entrar.

De pronto se escuchó a lo lejos sonar de cornetas cada instante más fuerte, y en seguida rumor de música militar que se venía aproximando. Después, en el repecho que forma la calle ante el Hospital, apareció un batallón de los acuartelados cerca de los Doks, que se dirigía a la estación del Norte.