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» Pues bien, Antoñita: sabe que ayer vino Julio a verme; si no has fijado en él tus ojos, él en cambio pronto ha puesto en ti los suyos... Te advierto, que es un hombre destinado a tener gran porvenir; ya se ha labrado por mismo una fortuna, y quiere compartirla contigo. Por lo pronto comienza por dotarte en doscientos mil francos...

La Condesa sobrevivió, se diría que expresamente para cumplir su resolución y morir también luego. ¿Ha muerto mi madre? exclamó doña Luz con lágrimas en los ojos. Ha muerto. ¡Y sin llamarme a , sin verme, sin darme un abrazo!... La Condesa lo ansiaba, pero al propio tiempo lo temía.

Mi felicidad llegó a su apogeo al verme, danzando con el señor de Couprat, en aquel salón lleno de luces, a la vista de tantas señoras riquísimamente ataviadas, y entre aquella sociedad de la que me hallaba tan lejos poco antes. Pablo bailaba mucho mejor que los demás.

Al tiempo de salir entraba en el portal Paca, quien, al verme, abrió unos ojos como puños, y dilatándose después su rostro con sonrisa placentera, exclamó: ¡Madre mía del Rosío! ¿Uté aquí, señorito?

La Mariposa, al reconocer a su nieto, quiso abrazarle, pero se contuvo mirando sus manos sucias por el hediondo cocineo. Maltrana, sofocado por el calor, se sentó en la plazoleta, buscando la sombra de una de las cabañas. La abuela mostró gran asombro por su visita. ¡Quién podía esperarte!... ¡Tanto tiempo sin venir a verme! Desde que hiciste la calaverada con la chica del Mosco...

Pero, cuando al verme tambalear, acudió para sostenerme en sus brazos, vi que era sólo la mirada del médico la que había fijado en . ¿Cuánto tiempo vivirá todavía? pregunté, cerrando los ojos. ¡Está en agonía!

Vaya usted mañana a verme a las dos concluyó la señora de Aymaret . Tenemos que tratar una cuestión muy seria, el de la conducta a seguir respecto a Beatriz. Hasta mañana, pues, señora... y todavía una vez gracias mil... ¡Oh, gracias mil! Y ganó la puerta del corredor mientras que ella entraba en su palco.

No diré lo contrario, papá; pero más me gustaría ser violeta o margarita al aire libre como Antonia, que verme convertida en la planta preciosa y delicada que tanto pondera usted. Mírela; vea cómo ondean al aire sus sueltos cabellos; así se orea su frente mientras la mía... ¡Oh! Observe usted cómo abrasa. Al decir esto Magdalena tomó la mano de su padre, acercándola a su frente.

Dichosos los ojos que ven a usted prosiguió doña Inés . Hace no cuántas semanas que no pone usted los pies aquí. ¿Qué negocios le traen a usted tan ocupado? ¿Qué le ha caído a usted que hacer que no le deja siquiera una hora o dos libres por la noche para venir a mi tertulia, verme y darme el gusto de que yo le vea, echar algunas manos de tresillo o tener un rato de agradable conversación con el padre Anselmo y con los demás señores que honran mi casa con su presencia?

Mi criado Mauricio se asombró al verme entrar con tan mala compañía, y mucho más cuando me encerré con ella en mi gabinete. De hoy en adelante, la dije, puede usted contar con doce duros mensuales. Además, como supongo que carecerán ustedes de todo, tome usted estos dos billetes de a mil reales, y empléelos en ropas y utensilios. Todos los meses venga usted por la cantidad que asigno a Amparo.