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Tiene la belleza fuerte y calina de la madurez; el luengo manto vela apenas su cara algo marchita, donde arden los ojos negros con una llama de locura bella y eterna.

Antes de entrar miré al cielo. Aparecía cubierto por un leve manto de nubes, tan leve, que no conseguía velarlo por entero, semejante a una colcha de encaje con fondo azul. El sol, asomando su ardiente pupila por los agujeros de esta celosía de nubes, era el único curioso que nos observaba. El carruaje marchaba lentamente.

Cayó en la habitación el manto de la noche sin estrellas ni luna, y el listón desprendido de la cornisa golpeó en el cristal con lento soniquete.... En el palacio de Luzmela anidaban el dolor y la zozobra, en ayuntamiento infeliz.

Nadie vió á doña Clara, que fué introducida envuelta en su manto. En efecto, sólo estaba desmayada. Aquel rudo combate la había aterrado, porque si bien doña Clara era valiente, su valor era el valor de la mujer. El cocinero mayor se quedó encerrado con ella.

Aquella sacude su manto de nieve, y bosques, céspedes, cascadas y lagos, reaparecen bajo los rayos del sol. El hombre se ha librado ya en el valle de los montones de nieve que le estorbaban. Ha barrido el umbral de la puerta, ha reparado los caminos, ha limpiado el techo y el jardín, y después espera que el sol haga lo demás.

Somos hombres, estamos sellados por la naturaleza como reyes de la creación y nuestros actos deben responder a esta sagrada rúbrica. ¿Queréis por una triste y mentida susceptibilidad arrancaros de la cabeza la corona insignia de vuestra majestad, despojaros del manto de púrpura que señala vuestra grandeza? ¿Queréis que habiendo nacido hombres envidiemos la condición de las fieras?

El día siguiente a las once, Amparo estaba en mi gabinete, donde Mauricio había servido la mesa. Mientras Amparo se quitaba el manto con una hechicera confianza, Mustafá, que sin disputa era mi amigo, sentado enfrente de , meneaba lentamente la lanuda cola y me miraba de hito en hito.

No ha tenido más hijos, porque se ha quedado viuda. Y ahora que no tiene obligación de ponerse vistosa y elegante, que ha soltado la rienda a su modestia. Lo primero que ha hecho es vestirse con un hábito de viuda, es decir, con un manto de paño negro común y unas tocas blancas gruesas. Luego se ha venido a Torrijos y aquí ha vivido recogida durante treinta años.

Figúrese el lector un huerto de tres leguas de extension, tendido como un manto de verdura sobre la márgen de un rio gigantesco, y tendrá todavía una idea muy inferior á la realidad. Ese trayecto valdría en Europa millones y millones de francos ó florines.

Le tenía miedo al vino: había perdido la costumbre de beberlo. En el campo no siempre lo encontraba. Además, el vino era el peor enemigo para un hombre como él, que necesitaba vivir muy despierto y en guardia. Pero aquí estás entre amigos decía el picador . Haste cuenta, Plumitas, que estás en Seviya bajo el mismisimo manto de la Virgen de la Macarena.