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Notábase bien que eran nuevas para la novia tales extrañezas de ropaje, y que la ceñida y plegada falda, el casaquín que modelaba exactamente su busto le estorbaban, como suele estorbar a las doncellas en el primer baile la desnudez del escote: que hay en toda moda peregrina algo de impúdico para la mujer de modestas costumbres.

Es mi apología por este largo preámbulo, mi sola excusa para escribir esta narración, el génesis de este verídico relato. En un momento, despejó el terreno de los objetos que estorbaban, y luego nos invitó a todos a levantarnos y examinarlo nuevamente. Hicímoslo con gravedad; nada notamos sino el asfaltado pavimento.

Instalose el joven con no poco trabajo en la bigotera, porque las faldas de su futura esposa y la ropa talar del clérigo estorbaban lo que no es decible la entrada y la salida; y si el trayecto fuera más largo, el martirio de aquellas seis piernas que no sabían cómo colocarse habría sido muy grande.

Y ¿por qué había de reírme? observó Nieves apartando con la contera de su sombrilla cerrada algunas pedrezuelas del suelo que no estorbaban a nadie. Por lo que pudiera hallar usted de... inocentada en el caso, es un suponer respondió Leto con entera sinceridad; y enseguida añadió : de todas maneras, ahí está el clavel.

Conforme a lo acordado nos trasbordamos. D. Rafael y Marcial, como los demás oficiales heridos, fueron bajados en brazos a una de las lanchas, con mucho trabajo, por robustos marineros. Las fuertes olas estorbaban mucho esta operación; pero al fin se hizo, y las dos embarcaciones se dirigieron al Rayo.

Las primeras son un carnaval de disfraces ridículos, que estorbaban y mortificaban, sirviendo sólo para ahogar á los guerreros y hacerlos inofensivos; al paso que las otras, sobre todo, las armas de los terribles decápodos, son de tal suerte horrorosas que, si tuvieran la altura del hombre, nadie podría mirarlas sin desvío: los más valientes se sentirían turbados, magnetizados de terror.

Le estorbaban los seres reales, como los inoportunos ruidos que despiertan de un ensueño hermoso. El desván era un mundo con varios siglos de existencia, que le pertenecía por entero y se plegaba á todas sus fantasías. Metido en un cofre sin tapa, lo hacía balancearse, imitando con la boca los rugidos de la tempestad.

La madre no la dejaba salir del pabellón, temiendo á la soldadesca, que lo invadía todo con su corriente desbordada, filtrándose en los lugares abiertos, rompiendo los obstáculos que estorbaban su paso. Desnoyers abandonó su desesperado mutismo para confesar que sentía hambre.

En cuanto á nosotros, puedo decir que, para estar muy contentos en aquel instante, solamente nos estorbaban veinte ó treinta de los años ya vividos..... ¡Cualquiera de los cuatro hubiera querido ser gorrión, el muchacho que tocaba el organillo, una de aquellas presumidas fámulas, ó aquel rubicundo sol que, como un eterno Fausto, torna á ser joven todas las mañanas!

Era éste raquítico, sarmentoso y descuajaringado. Cada pieza de él estaba mal avenida con la inmediata: las piernas se negaban a sostener el tronco; el tronco forcejeaba por desprenderse de la cabeza, y los brazos andaban de acá para allá sin saber a qué arrimarse, porque en todas partes estorbaban y de todas partes se caían.