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Aquella noche, pues, no hizo la menor observación sobre el traje de don Braulio; pero no por eso dejó de anudarle con gracia el lazo de la corbata, ni de alisarle el pelo, ponerle pomada y peinarle lo mejor que supo. Los tres tomaron un cochecito con bigotera y se fueron a los Jardines. En el camino decía don Braulio: Me parece, y lo siento, que se van ustedes a fastidiar. No tenemos amigos.

Mira aquel preciado de lindo, o aquel lindo de los más preciados, cómo duerme con bigotera torcidas de papel en las guedejas y el copete , sebillo en las manos , y guantes descabezados , y tanta pasa en el rostro, que pueden hacer colación en él toda la cuaresma que viene.

Me entró un gran abatimiento, y pensé en pedir a cualquier desconocido un puesto en su carruaje, pues no había ninguno por alquilar, cuando se acercó a la tía pescueza, que tanto había desdeñado. ¿Te vienes con nosotras? Matilde y yo traemos una berlina; pero cabemos los tres si te avienes a ir en la bigotera. Vi el cielo abierto. Con tanto júbilo acepté, que la prójima me miró con curiosidad.

Bueno: ahí en la esquina tomaremos un coche, ¿no le parece a V., D. Facundo? manifestó Miguel. Cómo quieras, Miguelito. Tomaron un simón en la plaza de Santa Ana, dando orden al cochero de que parase en la esquina de la calle del Tribulete. Los chicos, que se habían sentado en la bigotera de la berlina, iban tan sorprendidos y gozosos, que costó gran trabajo hacerles contestar a ciertas preguntas.

Pues ¿cómo te atreves, ingrato, a sostener que eres pobre? Don Braulio, que iba sentado en la bigotera, al oír tan cariñosas frases en tan linda boca no pudo contener la emoción; se le saltaron las lágrimas y, tomando la mano de su mujer, la besó fervorosamente. Doña Beatriz sintió en su mano una lágrima, que cayó sobre ella al dar el beso don Braulio.

Instalose el joven con no poco trabajo en la bigotera, porque las faldas de su futura esposa y la ropa talar del clérigo estorbaban lo que no es decible la entrada y la salida; y si el trayecto fuera más largo, el martirio de aquellas seis piernas que no sabían cómo colocarse habría sido muy grande.