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Besémonos y adiós. Besé las mejillas duras y rojas de Petrilla sobre las que, según me temo, algún patán de dulce charla había depositado ya algunos besos furtivos y sonoros. ¡Adiós, Juan! Hasta la vista señorita dijo Juan, riendo estúpidamente, lo que es un modo de demostrar emoción como cualquier otro.

¡A rebencazos te voy a tapar la jeta! le dijo en voz baja Baldomero, como para evitar ser oído por los demás. ¡Cualquier día! respondió el paisano tomando disimuladamente un botellón que tenía delante. ¡Soltá eso!... ¡Si no estuviera con estos señores! repuso Baldomero en voz aún más baja. ¡Cuando quiera, no más!

Declarada por fin, despues de vencidas dificultades, por bastante para proceder, los juzgados se encuentran sin promotores fiscales, ni letrados defensores capaces de pedir en la causa cada uno segun su ministerio, y á cada pedimento que por los reos ó presos suele presentar el indio defensor, ó por cualquier otro incidente que ocurra, se suspende el curso y vuelva al asesor cuando haya oportunidad: últimamente, por no molestar mas en el particular, llegado el caso de sentencia se pronuncia con asesor y con las dilaciones que todo lo demas, y dada y publicada, se remite la causa á la audiencia, desde donde á solicitud del ministerio fiscal suele volver á la provincia para reformar defectos, y aun ciertas nulidades, con las cuales no se puede administrar justicia, ó para practicar alguna dilijencia interesante que se omitió, y que aun puede ser de utilidad.

El cadete se indignó con esta acción, de un modo indecible, se puso aún más pálido de lo que estaba, echó tres o cuatro ternos redondos con la voz más cavernosa que halló entre sus registros, y amenazó con estrangular al mozo acto continuo. Esfuerzos inauditos costó a Miguel sosegarle, y solamente lo consiguió con la promesa de que vendría otro día a tomar cualquier cosa para que él la pagase.

Pero como había oído al joven quejarse con amargura de que su mujer no lo hiciese, temía dejarla en peor lugar, ofreciéndose a desempeñar esta tarea. ¿Qué quieres que te lea? Con tal que no sea una de esas novelas terroríficas que le encantan a mi mujer, cualquier cosa. Bueno; te leeré el Año Cristiano. ¡No tanto! exclamó él riendo.

Esto prueba que puede la persona honrada y piadosa servir a Dios en cualquier estado. Así lo entendió don Jacinto. Respetables individuos de su familia y de la familia de la marquesita concertaron la boda de ambos.

Luego añadió, con una imploración graciosa: Llévame á cualquier parte, adonde se te ocurra. Paseemos lejos de aquí... ¿Dónde podremos ir? El príncipe mostró la misma indecisión. Se movían siempre en el mismo círculo, desde sus casas al centro de Monte-Carlo, al Casino, y quedaban como desorientados al pretender ir más allá.

A no se me muere quien yo quiera decía con una fe semejante á la de su padre . ¡A cualquier hora permito que los boches me dejen sin marido!

Cuando la fogosa oradora soltaba la sin hueso, pronunciando una de sus improvisaciones, terciándose el mantón y echando atrás su pañuelo de seda roja, parecíase a la República misma, la bella República de las grandes láminas cromolitográficas; cualquier dibujante, al verla así, la tomaría por modelo.

Si no poseían estos locales, en cualquier patio ó salón, según las circunstancias de cada pueblo, se disponía un teatro, tan fácil de erigir como de quitar.