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El folleto que comentamos forma parte, continuando la foliación de la Pragmática sanción instituyendo la Audiencia de Mallorca. AP

Enfrente de la mesa, un banco conventual y tres sillas desvencijadas, para los clientes que esperaban audiencia. Las paredes blanqueadas con cal, el piso ladrillado y sucio. ¡Qué falta hacían allí unas escupideras! Tenía mejor aspecto el gabinete de Castro Pérez. Paredes, piso y techo iguales a los de la otra pieza.

Siguiendo adelante los abusos, llegaron á ser intolerables; empero, entre los gobernadores españoles, mudos testigos de tan lamentable estado de cosas, á que no les era dado poner remedio, hubo uno que se atrevió á levantar la voz: este fué don Lazaro de Rivera, quien presentó sucesivamente á la audiencia de Charcas, en 1786 y 1787 , varias memorias, expresando el voto de los habitantes de San-Pedro, de Trinidad y de Concepcion, que deseaban pagar el real tributo, y sustraerse al estremado rigor con que se veian tratados por los curas, quienes frecuentemente los hacian azotar por mero capricho, en tanto que escandalizaban al pueblo con la depravacion de sus costumbres.

Mis ahorros se convirtieron en una casita en las afueras, y los vecinos apreciaban a don Nicomedes, un señor simpático empleado en la Audiencia.

Está bien; pero lo que da mal cariz a esta cuestión es el hecho de haber usted amado a Magdalena ocho meses hace con tanta vehemencia como en la actualidad ama a Antoñita. ¡Oh, Amaury! dijo lastimeramente Felipe. Estás abriendo la herida de mi corazón, desgarrando mi atormentada conciencia; concédeme siquiera diez minutos de audiencia y al cabo de ellos me compadecerás lejos de culparme.

Atravesando las montañas y los fértiles valles de las provincias de la Laguna y de Yamparaes, y pasando sucesivamente por el Pescado, por Tomina, Tacopaya, Tarabuco y Yamparaes, llegué finalmente á la capital de Bolivia, antiguo asiento de la audiencia de Charcas, hoy dia residencia de una corte suprema y de una universidad.

Porque si no ha quedado harta de , le he de rogar que me otra audiencia. ¿Será usted tan buena que quiera tener conmigo otro rato de palique?». Todos los que usted quiera replicó la señora de Rubín, encantada con la indulgencia y cortesía de la ilustre dama. Bueno; ya fijaremos cuándo y cómo. ¿Va usted hacia su casa?

Sabiendo en Santa Cruz como querian Volverse, porque el Gomez lo ha tratado, Diciendo que las aguas ya venian, Y no estaba el camino aparejado: A Diego Gomez presto le prendian Y al Audiencia le envian á recado. Don Diego no desiste del camino, Que tullido y enfermo á Mizque vino.

En cuyas alteraciones y etiquetas, suscitadas indebidamente en tan críticas circunstancias, pasaron algun tiempo: hasta que fué creciendo el cuidado, con motivo de haber mandado la Audiencia secretamente, y sin el conocimiento que le correspondia á Flores, prender al reo Tomas Catari, lo que egecutó D. Manuel Alvarez en el Asiento de Ahullagas, en virtud del auto proveido en acuerdo reservado que se celebró con todo sigilo, atropellando las prudentes disposiciones del Virey, y desairándole cruelmente, porque tal proceder era opuesto á sus providencias y á las facultades que tenia concedidas á aquel Comandante.

Quiso la suerte, y quisieron las buenas relaciones de los suyos, que Quintanar fuera ascendiendo con rapidez, y se vio magistrado y se vio regente de la Audiencia de Granada, a una edad en que todavía se sentía capaz de representar el Alcalde de Zalamea con toda la energía que el papel exige.