United States or Palestine ? Vote for the TOP Country of the Week !


Me saco los guantes con mucha pausa, digo unas palabras á mi mujer sobre la gravedad y circunspeccion que debe guardar en estas alturas, mi mujer se quita el sombrero con el mayor aplomo.... El garçon esperaba muy complacido. Nuestra prosopopeya le impresionó perfectamente, y no podia suceder de otro modo.

Este era un escribiente muy conocido en Legaspi, y su traje consistía en zapato bajo de charol, pantalón negro con ancha franja dorada, casaca azul con vueltas rojas en faldones y solapas y kepis con insignias de coronel, completando su atavío relucientes espolines, ancha espada de cazoleta, tricolor banda de seda, descomunales condecoraciones de papel dorado, amplios guantes de algodón y grueso palasán con puño de plata.

Por allí andaban damas y caballeros, no en facha de pastorcillos, ni al desgaire, ni en trenza y cabello, sino lo mismo que iban por las calles, con guantes, sombrilla, bastón. Echando, pues, de su alma aquellos vagos deseos de correr y columpiarse, pensó gravemente de este modo: «Para otra vez que venga, traeré yo también mis guantes y mi sombrilla».

Yo no como aquí dijo el joven, enfundando las manos en sus guantes, como en el Café de París, con unos amigos. ¡Muy bien! ¿y para eso había hecho esperar tanto tiempo? ¡Ir a comer fuera, cuando la tía se había esmerado tanto en la confección de aquellos hojaldres, que olían deliciosamente, recién saliditos del horno!

Estás hecho un lord. ¡Si yo tuviera tu cuerpo y tus años y mi experiencia!... ¡Siempre el viejo proverbio, don Benito!... ¡Ah! no hay nada completo en el mundo. Di una vuelta por mi cuarto, tomé mis guantes, puse el gas a media luz y salimos yo y mi viejo compañero.

De noche digo.... A ver el guante... Toma contestó Frígilis, arrojando desde lejos la prenda.... Pues... ¡está bueno! ja, ja, ja... buen canónigo te Dios.... Lo que entiende usted de modas, don Tomás.... ¿Pues no dice que es un guante de canónigo?... ¿Pues de quién es? De mi señora.... No ve usted la mano... qué chiquita... a no ser que haya canónigas también. ¿Y se usan ahora guantes morados?

Mientras se abrochaba los guantes, oía a Bonis su tartajosa explicación, dando grande importancia, a fuerza de cabezadas de inteligencia y asentimiento, a todo lo que decía.

Nieves no se hizo esperar mucho; y cuando apareció a la puerta del comedor poniéndose los guantes y con el sombrerillo algo caído sobre los ojos, muy ajustadito el talle y con un clavel en la boca, su padre la vio un instante con el mismo ojo suspicaz y alarmista que en la memorable ocasión de presentársele en Sevilla, recién vestida para ir a retratarse.

Currita respiró ya tranquila, viendo cortada por completo, gracias a sus manejos, la larga cola que había profetizado Butrón a su nombramiento de camarera; su consecuencia política quedaba fuera de toda duda, produciendo, entre otros resultados, tres pequeñeces diversas: Una madre desolada. Un alma en el infierno. Y la moda de los guantes distintos.

No era negligencia, era indiferencia y caimiento de ánimo lo que manifestaba aquel traje obscuro de mezclilla, aquella cadena de oro, impropia para un viaje, aquella corbata atada sin esmero y al caer, aquellos guantes nuevos, de fina piel de Suecia, de color delicado, que no iban a durar limpios ni diez minutos.