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Para se hacía transparente, como para dejarme ver entre sombras una casa humilde y modesta, la casa paterna, donde me aguardaban mis tías, dos hermanas de mi madre, dos ancianas amables y cariñosas. Unico amparo del niño desdichado que no tuvo la buena suerte de conocer a sus padres, ellas le recogieron, le criaron, y a costa de no pocos sacrificios le proporcionaban educación.

Poco a poco, el teniente, envuelto en un paño de afeitar, como un ídolo en su manto, adormecíase, bajo la fricción suave de las cariñosas manos de doña Augusta... Yo, entonces, enternecido, decía a la amable señora: ¡Ay, doña Augusta, es usted un ángel!

Voy a dar orden de que le sirvan un vaso de agua. Estas palabras fueron acogidas con un murmullo de aprobación. No estoy fatigado, señor presidente respondió suavemente el orador. Dejarle descansar. Que se le traiga un vaso de agua. Los espectadores, acometidos súbito de una ardiente simpatía, se convertían en madres cariñosas para el hijo del Perinolo.

Habiendo carecido absolutamente de instrucción en su edad primera; habiendo carecido también de las sugestiones cariñosas que enderezan el espíritu de un modo seguro al conocimiento de ciertas verdades, habíase formado Marianela en su imaginación poderosa un orden de ideas muy singular, una teogonía extravagante y un modo rarísimo de apreciar las causas y los efectos de las cosas.

Se reflejaba en su persona la popularidad de Isidro, y éste, por su arte, extremaba las sonrisas, las palmadas cariñosas, las palabras de falso afecto, lo mismo que un buen rey que desea mostrarse estrechamente unido con su pueblo. Nélida miró varias veces a Fernando gozosa de que presenciase su triunfo. A su lado jamás había recibido tales homenajes.

El hijo predilecto de la Iglesia besó con respeto la mano carnosa llena de sortijas de la prendera, y todo ruboroso balbució: Si usted me hiciese el favor de veinte duros... D.ª Rafaela sacó del portamonedas dos billetes de cincuenta pesetas y se los entregó. Después se despidió con muy cariñosas palabras.

Lo que inquietaba algo a Juanito, en medio de su felicidad, eran las atenciones que con él tenía su mamá, las miradas cariñosas, los «¡hijo míodichos en un tono halagador, con la suavidad mimosa de una caricia. ¡Malo, malo!

No lo creyó así Salvador, viéndole con tan buenas explicaderas, sereno de aspecto y fácil de palabra. Contento de este cambio que parecía milagro, le reanimó con palabras cariñosas y le hizo un resumen del estado de la guerra y de la política.

¡Sus maneras conmigo son tan graves y tan dulces, y me agradan tanto!... Hay, sin embargo, una especie de violencia, casi de frialdad, que se interpone a veces entre él y yo y parece helar en sus labios las palabras cariñosas. Y ya esto, aun antes de la advertencia de usted, señor cura, me había dado qué pensar.

Al día siguiente, cuando fueron a la catedral, ya bastante tarde, sabía Jacinta una porción de expresiones cariñosas y de íntima confianza de amor que hasta entonces no había pronunciado nunca, como no fuera en la vaguedad discreta del pensamiento que recela descubrirse a mismo.