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Para concluir, diremos que el paseo del Salvador sería susceptible hoy de algunas mejoras importantes, que contribuirían á su embellecimiento y comodidad, para llevar á cabo las cuales, sería necesario efectuar el derribo de algunos edificios, con lo que ganaría, ensanchándose, lugar tan céntrico y concurrido como lo es aquél y tan predilecto de muchos sevillanos.

Lo mismo pasaría si habláramos de modas. ¡No, ché, Ricardo, por favor! No hablemos de modas por más que sea el tema predilecto de los hombres de... la actualidad. Eso es cierto dijo Lorenzo, más de una vez lo he comprobado. Yo lo he comprobado cuantas veces he visto reunidos media docena de caballeros y de damas. No diré tanto; pero es frecuente...

¡Desgraciadamente yo no creía en él!... Recurrí, pues, a mi antigua divinidad particular, a mi ídolo predilecto, patrona de toda mi familia a Nuestra Señora de los Dolores.

Sin embargo, á fuerza de cuidados y después de reñir mucho con el criado y de incomodarse, había conseguido formar una glorieta bastante hermosa y tupida de lianas y capullos de Levante. Era el sitio predilecto de nuestro joven, donde solía refugiarse á leer en las tardes calurosas de estío.

D.ª Rafaela quedó un poco sorprendida de aquel modo original de saldar cuentas; pero viendo el rostro de Godofredo cubierto de rubor, sus ojos serenos, inocentes, posarse dulcemente sobre ella con encantadora expresión de vergüenza, no pudo menos de sonreír. ¡Conque regalitos, eh! Vamos, no se ponga usted colorado. El hijo predilecto de la Iglesia se puso mucho más rojo aún.

Parecía más bien italiano que español, y no es maravilla que haya sido, en época posterior al 73, en plena Restauración, el modelo predilecto de nuestros pintores más afanados. «Me alegro de verle a usted tocayo le dijo Ido, a punto que las chuletas eran puestas sobre la mesa , porque tenía que comunicarle cosas de importancia. Es que ayer estuvo en casa doña Jacinta, la esposa del Sr.

Y por último, ocupado en mullir y arreglar los almohadones, donde había de reposar la cabeza la persona que en el féretro se encerrase, estaba el hermano Tiburcio, predilecto y aprovechado discípulo del Padre Ambrosio.

Doña Fredes entonces hizo que Carlota y Mario se sentasen cerca de ella y comenzó a hablarles de su hijo menor con la misma gravedad solemne que empleaba para todo. Observábase, no obstante, cierta satisfacción y una alegría que les hizo colegir que Adolfo era su predilecto. Se mostró muy contenta de aquella amistad que les ligaba y esperaba que jamás se entibiaría.

La justicia lo persigue desde muchos años; su nombre es temido, pronunciado en voz baja, pero sin odio y casi con respeto. Es un personaje misterioso: mora en la pampa, son su albergue los cardales, vive de perdices y mulitas; si alguna vez quiere regalarse con una lengua, enlaza una vaca, la voltea solo, la mata, saca su bocado predilecto y abandona lo demás a las aves montesinas.

Estaba en frecuente correspondencia con su hijo el notario. De tarde en tarde llegaba una carta del menor, del predilecto, desde remotos países que sólo conocía de oídas el viejo navegante mediterráneo. Y las largas inercias á la sombra de su emparrado, frente al mar azul y luminoso, las entretenía construyendo sus pequeños buques. Todos ellos eran fragatas de gran porte y atrevido velamen.