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Pasado el último, dejamos á la espalda una pequeña eminencia que da entrada á una bellísima cañada sombreada por miles de cocos, entremezclados de cañas, baletes y madre-cacao, cuyas verdes cimeras entrelazaban aquella vegetación virgen con las flexibles lianas, salpicadas de pálidas campanillas de la sampaca y del jazmín silvestre.

Extendíase allí un lagunato, cuyas orillas estaban cubiertas de mulghe, césped fortísimo que suele alcanzar hasta quince pies de altura, y de marras, o madres de las lianas, como también se las llama por su desmesurado tamaño. No sigas, Cornelio dijo el Capitán . Entre estas plantas pueden esconderse salvajes. Pero harían algún ruido, y yo no oigo nada, tío.

¡Qué cena, señor Cornelio!; ¡chuletas deliciosas, como las del cerdo!; ¡cosa algo mejor que las palomas a que ibais a tirar! Avanzando por entre las lianas, llegó Cornelio hasta donde yacía el animal, que estaba completamente inmóvil.

El arroyo no es más que una larga calle abierta en el espesor del bosque; la superficie líquida, sombreada por las bóvedas de árboles, está unida como un cristal; solo los oblicuos rayos de luz que en algunos puntos agujerean la espesa enramada, hacen brillar como pepitas de oro los más pequeños insectos y hasta el polen de las plantas; las lianas que se mojan en el agua la rayan con pequeñitos surcos negros donde vacila un instante la imagen de las ramas.

De cuando en cuando levantaba la cabeza para buscar las estrellas al través de los claros que dejaban entre las copas de los árboles, y proseguía su camino apartando los arbustos y rasgando las lianas que le entorpecían la marcha. A veces desandaba lo andado, su pié se enredaba en una mata, tropezaba contra una raiz saliente, un tronco caido.

¡De nuevo ante mis ojos el incomparable espectáculo de los bosques vírgenes, con sus árboles inmaculados de la herida del hacha, sus flotantes cabelleras de bejucos, sus lianas mecedoras, llevando el ritmo de la sinfonía profunda de la selva, perfumando sus fibras con la savia de la tierra generosa o aspirando la fresca humedad en el vaso de un cactus que vive en la altura, guardando como un tesoro en su seno el rocío fecundo de las noches tropicales!

Tan presto se cruza un jardín europeo, literalmente cuajado de tesoros de jardinería refinada, donde la rosa y la camelia alternan con mil otras flores educadas con el arte mas minucioso y delicado; como se pasa por en medio de un vasto huerto colombiano, bajo las anchas hojas del plátano, de la caña de azúcar y de las palmas de chontas, hacumas y cocoteros, y rosándose con las cepas de pinas olorosas, las lianas flexibles y aéreas, las parásitas mas bellas, los helechos arborescentes mas elegantes, y muchas plantas de hermosura en extremo caprichosa, que crecen á una temperatura artificial propia y al derredor de anchos estanques de lecho musgoso, donde se agitan los peces de la zona tórrida entre las yerbas acuáticas entretejidas caprichosamente.

Pero el europeo reemplaza las fuertes pero poco durables lianas con el hierro, el bambú con la tabla de abeto, y el árbol que sustenta el puente con el poderoso estribo de calicanto donde agarra el cable; y la invencion se civiliza y ennoblece. ¿Y qué hacemos los Hispano-colombianos respecto de los europeos?

Para formarse una idea de aquel tejido vigoroso de troncos, parásitos, lianas, enredaderas, todo ese mundo anónimo que brota del suelo de los trópicos con la misma profusión que los pensamientos e ideas confusas en un cerebro bajo la acción del opio, es necesario traer a la memoria, no ya los bosques seculares del Paraguay o del Norte de la Argentina, no ya la India misma con sus eternas galas, sino aquellas riberas estupendas del Amazonas, que los compañeros de Orellana miraban estupefactos como el reflejo de otro mundo desconocido a los sentidos humanos.

Hablo de las lianas enormes, las lujosas parásitas y muchos árboles y arbustos del Nuevo Mundo, que yo habia saludado en los dias de la juventud, errante cazador, entre las selvas seculares de mi dulce patria.