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Amor mío, duérmete. No temas, hijo... No te suelto. EVARISTA. ¿Pero vamos o no? ELECTRA. Yo no voy... ¿Tienes hambre, sol mío? ¿tienes sed? Ved cómo a se agarra el pobrecito pidiéndome que no le abandone. ¡Egoístas! ¿No sabéis que no tiene madre? PANTOJA. Pero alguien tendrá que le cuide... Ea, basta. Llevadle pronto a su casa. PANTOJA. ¡Qué escándalo! EVARISTA. ¡Qué falta de sentido!

Acuérdate de tu destreza de cuando niña, de cuando con la cólera hervía ya en tus venas la sangre belicosa de tu heroico padre: agarra a doña Inés, descorre el telón y ármale tal solfeo en el nobilísimo transportín, que se lo pongas como un nobilísimo tomate. Ya verás cómo lo sufre, se calla y no acude a los tribunales.

Pero el europeo reemplaza las fuertes pero poco durables lianas con el hierro, el bambú con la tabla de abeto, y el árbol que sustenta el puente con el poderoso estribo de calicanto donde agarra el cable; y la invencion se civiliza y ennoblece. ¿Y qué hacemos los Hispano-colombianos respecto de los europeos?

Porque la desgracia no te agarra... ¡Me agarra a cada rato! ¡Me ha agarrado mil veces! pero la desgracia se aburre conmigo. No te entiendo. ¡Pues es claro! La desgracia es como una persona seria que se fastidia en compañía de quien ríe constantemente. Lo difícil, lo imposible es eso; reír siempre... ¡Qué ha de ser difícil!

Pero al cabo el encono pasa, sobre todo considerando que desde que se ha establecido allí el zapatero, a lo menos está el portal limpio. Una vez admitido, se agarra a la casa como una alga a las rocas; es tan inherente a ella como un balcón a una puerta; pero se parece a la hiedra y a la mujer; abraza para destruir. Es la víbora abrigada en el pecho: es el ratón dentro del queso.

Era inútil oponerse si el muchacho sentía vocación. El mar agarra bien á sus elegidos, y no hay poder humano que logre desasirlos. Por eso ellos, que ya eran viejos, no oían á sus hijos que les llamaban á las comodidades de la capital.

¿Su tío? exclamó don Raimundo con desdén, ya lo veremos para junio; entretanto, abur, joven, que no estoy para perder tiempo. Igual cosa aconteció, cuando Jacintito trató de echar mano de sus faldones, como ahogado que se agarra a un cable. El solo nombre de Esteven, produjo en el prestamista desgraciado efecto; no, no tenía dinero disponible, y mucho lo sentía: más tarde, después, quizá...

Ese hombre, ese ángel de Dios, me ha dado esperanza, muy poca esperanza; pero la esperanza parece que se agarra más, cuando más chica es. Quiero echarla de diciéndome que es imposible, no, no, casi imposible, y ella... pegada como una lapa...» Así me habló mi padre. Por su voz conocí que lloraba.... ¿Qué haces, Nela, estás bailando? No, estoy aquí a tu lado.

Y como estas libertades se las había permitido varias veces, en una de ellas la niña con quien tropezó se detuvo jadeante; y echándose atrás los rizos con ambas manos, exclamó en el tono más desdeñoso que pudo: ¡Qué plaga de moco, hija!... ¡Cómo se agarra! Eso es de familia dijo otra, que se paró a su lado. Pues vamos a decirla una fresca añadió otra , a ver si se va.

Al cabo soltó una carcajada. ¡Pero niña! ¿qué mosca te ha picado hoy? Ninguna. Lo único que te aseguro es que estamos hablando por última vez. Basta, basta dijo poniéndose grave de nuevo. No lo cacarees tanto, que aquí nadie te agarra del vestido. Vete cuando gustes, hija. Adiós.