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Salíamos ya casi del estrecho y empezábamos á ver la lucha infatigable entre las grandes ondas del Océano y las menudas olas del Mediterráneo, las primeras lentas, formidables, inmensas, invadiendo el canal con majestad, las otras inquietas, rápidas, revolcándose sobre la gran sabana líquida y queriendo salir al ancho espacio.

Casi abandonada la nave de dirección y de auxilios humanos, corrió aún no poco tiempo con velocidad vertiginosa, a merced del huracán que la impelía sobre la líquida faz del Océano, que ya la levantaba en sus oleadas, ya la precipitaba en la medrosa hondura que entre dos montes de agua a cada momento se abría. La nave de Morsamor no pudo resistir más.

Hay otra fórmula de conservar el embutido mucho más costosa; pero no hay duda de que es mejor su resultado, pues conserva el chorizo jugoso y fresco; me refiero a la que se emplea manteca de cerdo; se corta en trocitos desleída sobre la lumbre, y cuando está líquida se vierte sobre el embutido hasta cubrirlo completamente, cuidando tapar la vasija hasta que se haya coagulado la manteca.

Pues, es míster Robert. ¿El socio de Jacinto? El socio de Jacinto. ¿Y qué? Esteven dió un puñetazo sobre las almohadas. Que liquida, mujer, que la sociedad con Jacinto se disuelve, y con un déficit de doscientos mil nacionales, que tiene el muchacho que pagar, ¡es decir, yo!

Aunque Nanela me exhortara: ¡Adelante! ¡Adelante! la Fatalidad tiraba para atrás del hilo de mi vida, cada vez con más fuerza... Y yo avanzaba cada vez con menos fuerza... Tanto me pesaban las piernas que creía echar raíces en el océano de luz que me rodeaba, que me asfixiaba, que me devoraba como a una gota líquida más... Dejé de sentir mis pies... mis manos... mis brazos... mi cuerpo... Ya era sólo una cabeza flotante en aquel océano de luz, ¡una miserable cabeza que se disolvía como un terrón de azúcar!... Perdí el pensamiento, la vista, el tacto...

Comparadas con el ancho del arroyo, sus débiles ondulaciones son mil veces mayores que las más formidables é impetuosas olas del mar. Reflejados en el ondulado cristal de la superficie líquida, los árboles de la orilla, las ramas cruzadas y las nubes del cielo, se retuercen y desplazan en rítmicas curvas; el espacio infinito parece danzar sobre el centelleante espejo.

El espacio en el cual los árboles de la orilla balancean libremente sus cabezas, estaba ocupado, hasta veinte ó treinta metros del suelo, por una masa líquida enorme, corriendo con una velocidad de diez kilómetros por hora.

Los crustáceos iban a cubrir su último encierro con una capa pétrea; los escualos, lobos de la profundidad, golpearían con su morro y sus aletas la envoltura de madera husmeando la carne oculta; las algas trenzarían en torno sus verdes y ondeantes cabellos, hasta que la fúnebre cáscara se pudriese, confundiendo su contenido con la líquida inmensidad.

Tu fronda balancea temerosa, y las hojas ven lucir cuando el día febea, la líquida presea que ha de absorber la tierra al efundir. El pétalo minúsculo ufana ostenta tu plateada flor, y al brote de su súrculo más vivo en el crepúsculo en declinando el sol dominador.

Por la inmensa llanura líquida se esparcía una blanca claridad que hacía temblar al monstruo de júbilo. La blanca diosa, al abandonar el firmamento y hundirse en las olas, mostraba en silencio su faz radiante y serena. Las estrellas palidecían ante su majestad. Ningún ruido se escuchaba más que el leve batir de las olas.