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Era la de Aliaga una de esas familias porteñas que se han retraído rehuyendo las antiguas amistades y viviendo en una especie de reserva y de rara indiferencia para todas las cosas que agitan al brillante mundo social. La casa, interiormente suntuosa, parecía demasiado grande para las pocas personas que la habitaban.

Unos ramos de madreselva se agitan suavemente sobre mi sombrero. ¡Qué bien me encuentro aquí! Me parece que soy mejor, y que me amo más á propio.

De sus espumas brotaba la claridad fosforescente acusando la presencia de los millones de millones de seres que allí habitan, con el mismo sosiego que nosotros en la tierra, a pesar de su vertiginosa marcha por los espacios. El monstruo dormía debajo del manto obscuro de la noche, tranquilo y feliz como un niño, a quien no agitan tristes ensueños.

Media hora de brega, que fué muy penosa por tener que salvar extensas cadenas madrepóricas, cuyas pintadas crestas salían á la superficie de las aguas á mostrar su belleza al astro del día, cuyos candentes rayos vivifican los miles de mundos de lo infinitamente pequeño que se agitan en los calizos tubérculos madrepóricos.

Nadie ha dudado jamás, y la misma religión cristiana nos lo repite a cada momento, que en el fondo de nuestra alma viven instintos depravados, se agitan apetitos bestiales, dormita, en una palabra, la fiera. Pero la experiencia me ha enseñado que es más fácil adormecerla con el humo de la lisonja que con los gritos del miedo.

Las celdas del piso bajo abrían a un terrado con bancos de piedra, y sentados en ellos los solitarios, podían contemplar aquel estrecho y ameno recinto, animado por el canto de las aves y perfumado por las emanaciones de las flores, parecido a una vida tranquila y reconcentrada; o bien podían esparcir sus miradas por el espacio, en sus anchos horizontes, en la inmensa extensión del océano, tan espléndido como traidor; unas veces manso y tranquilo como un cordero, otras agitado y violento como una furia, semejante a esas existencias ingentes y ruidosas, que se agitan en la escena de mundo.

Llegado á estos parajes que fueron antes dominios del mar, el río, gradualmente contenido, se extiende cada vez más y se hace menos profundo. Por fin, se aproxima al mar, y sus aguas dulces, resbalando tranquilas, van á chocar contra las ondas espumosas de agua salada que se agitan con estruendo continuo.

Montevideo tambien es una ciudad alegre y animada: su fisonomía, semejante en un todo á la de Buenos-Aires, aunque en menor escala, dispierta tambien en el ánimo las mismas dolorosas reflexiones. Las convulsiones políticas que de luengos años la agitan, casi sin tregua, se han opuesto á su desarrollo y prosperidad: con sus sitios y bloqueos, han caido por tierra algunos de sus edificios....

Dejemos pasar un largo y correcto discurso de M. Doncet, que el anciano lee en voz tan baja, que es penoso alcanzarla. Un gran movimiento se hace, el silencio se restablece y una voz fuerte, ligeramente áspera, empieza así: «Hay un día en el año, señores, en que la virtud es recompensada». Es M. Renán quien habla. Un vago enjambre de recuerdos vienen a mi memoria y agitan mi corazón.

Después de haber satisfecho mi primer entusiasmo atravesando varias veces el charco profundo donde se agitan las aguas, y después de haber querido remontar la corriente, levantando á mi alrededor un caos de olas precipitándose unas con otras, descanso abandonándome tranquilamente á la felicidad de la vida sobre el agua dulce que me acaricia. ¡Qué alegría sentarme sobre una piedra bajo el chorro de la cascada, sentir caer el agua sobre como sobre una roca y verme envuelto en un manto de espuma! ¡Qué placer también dejarme arrastrar por las aguas corrientes hasta un escollo donde me agarro con una mano, mientras que el resto de mi cuerpo, levantado por las olas, flota de un lado á otro bajo el impulso de la corriente!