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¡Qué disparate! protestaba el general . Los candidatos militares atribuirían al gobierno la muerte de Taboada; la gente que ahora se ríe de él lo veneraría como un mártir. No; dejemos de pensar en ese hombre. Y yo adivinaba que seguía pensando en él, con su gesto reconcentrado é inquietante que hacía decir á las gentes: «Castillejo, muy malo como enemigo

Congosto me miró con ira, y tomando asiento, habló así: Dejemos a un lado esa cuestión. A su tiempo será tratada... Ahora vengo a decir a usted que se prepare a recibir a la señora condesa de Rumblar, que viene seguida de respetables personas para que le sirvan de testigos. ¡Dios mío! ¡La justicia en mi casa! Parece que lord Gray robó anoche a la señora doña Inesita, depositándola aquí.

Dejemos á un lado la cuestión de si El honrado hermano, de Lope de Vega, ha servido ó no para la composición de Los Horacios, de Corneille, porque, á lo menos, no se destacan con claridad los vínculos de unión que hay entre ambas producciones.

Vayamos pues á los detalles, dejemos la esfera de los principios, repuso Isagani sonriendo; y sin decir tambien mi propia opinion y aquí acentuó el joven la frase los estudiantes cesarían en su actitud y se suavizarían ciertas asperezas si los profesores supiesen tratarlos mejor de lo que hasta ahora han hecho... Esto está en sus manos.

Izquierdo, dejemos las bromas a un lado; me da mucha lástima de usted; porque, lo digo con sinceridad, no me parece tan mala persona como cree la gente. ¿Quiere usted que le diga la verdad? Pues usted es un infelizote que no ha tenido parte en ningún crimen ni en la invención de la pólvora. Izquierdo alzó la vista del suelo y miró a Guillermina sin ningún rencor.

Pero dejemos á ese pueblo, verdadero advenedizo en tierra extraña, y harto opuesto á los indígenas por su religión y su lengua para formar nunca con ellos, un todo orgánico, y volvamos á tratar de los pobladores de las montañas, que permanecieron independientes, y fueron innegable germen de la nación española posterior.

Bien que sabes Filosofía le dijo don Cleofás mejor que si la hubieras estudiado en Alcalá, y que eres maestro en primeras licencias. Dejemos estas digresiones y acaba de darme cuenta de tu jornada.

Pero dejemos de lado esas irregularidades que no son sino consecuencias extremas de ideas sanas y fecundas, y podremos afirmar que pocos pueblos viven al amparo de instituciones más liberales que Colombia.

El duque de Sesa ¡cielos! ¿Con tanta sangre y desvelos? ¿Y qué la fama escribió Por tan extraños caminos Su historia en libros de cuentas, Y no con plumas atentas En sus anales divinos? De seis mil escudos de oro Que en Valladolid le dieron; Otros diez mil en Madrid, Y veinte mil en Toledo A Nápoles se enviaron. Señor Contador, dejemos Partidas de diez y veinte; ¿No hay suma?

A la semana siguiente, un día que Martín se ha encerrado en su despacho Gertrudis se arma de valor y dice: Mira, Juan; es una locura que estemos atormentándonos de este modo. Dejemos dormir esa tonta historia. ¡Si fuera tan fácil hacer como decir! exclama él con expresión melancólica. Ella lanza una alegre carcajada, y él ríe también. En realidad es muy fácil.