United States or Belgium ? Vote for the TOP Country of the Week !


Necesitaba no quedarme á la zaga de los periodistas del país, que me vencían muchas veces en la invención de estupendas mentiras. Pero noto que se impacientan ustedes. ¡Calma! Ahora que llegamos de veras al automóvil del general. Algunos de los allegados á Castillejo se mostraban terribles en sus ofrecimientos.

Castillejo es pequeño de cuerpo, nervioso y ágil, con un color moreno ardiente que se aproxima al tono del chocolate con leche. Lo más notable en él son los ojos, brillantes y autoritarios cuando quiere mirar de frente, lo que ocurre pocas veces. Su vista parece siempre fugitiva, como si la distrajera algún mal pensamiento.

En vano Castillejo apeló á las seducciones del gobernante para vencer su desvío.

El tren partió de Madrid, pasó rápidamente por delante de Getafe, Pinto, Valdemoro y Cien-pozuelos, poblaciones sin gracia ni particularidad alguna, con un total de 10,600 habitantes; tocó en Aranjuez, y luego, apartándose de la línea férrea que conduce al puerto de Alicante en el Mediterráneo, tomó la ramificacion parcial de Toledo, que arranca adelante de Castillejo, pasando por Algodor, estacion aislada que sirve de embarcadero á trece pequeños peublos circunvecinos, mas ó ménos apartados de la via.

Ustedes creen, tal vez, que yo podría volver allá, sin ningún peligro.... En realidad, nada malo hice en dicho asunto, y aún me estremezco al recordar el susto que me dió el maldito general. Pero no volveré; pueden estar seguros de ello. Conozco á mis antiguos amigos. Castillejo es mejicano y sus acusadores también.

Sin más apoyo que unos cuantos amigos tan ilusos como él, presentaba su candidatura á la presidencia, afirmando que era la «única candidatura civil». ¡Pero si ese muchacho es un loco! decía yo, extrañado de la preocupación de Castillejo . ¡Si no puede juntar más allá de un centenar de votos!... Ya que usted le hace el honor de tenerle en cuenta, voy á demolerlo con un artículo.

Los escasos transeúntes veían pasar, de Chapultepec á la gran plaza y de la gran plaza á Chapultepec, el carruaje del general partiendo el aire lo mismo que una flecha, como si en realidad tuviese prisa en llegar á alguna parte. «¡Ahí va Castillejo!», se decían con respeto y miedo.

Suba me ordenó con aspereza, lo mismo que si mandase á su horda-división. Y subí para verme solo en el fondo del automóvil, pues él continuó al lado de su chófer. Aún siento orgullo y angustia al recordar cómo fuí presintiendo confusamente lo que iba á ocurrir. Me arrepentí de inspirar tanto interés á Castillejo. Este bárbaro iba á hacer algo terrible y quería que yo lo presenciase.

Parecía muerto, sin el menor latido que denunciase su vida interior; pero bastaba un ligero movimiento de mano para que se estremeciese instantáneamente todo él, como un caballo que desea lanzarse á una carrera loca. Prepárese á conocer algo primoroso, Maltranita dijo Castillejo en voz queda, sin volver la cabeza . Presenciará usted una caza nunca vista.

Me asombro de su inocencia. ¡Pero si cualquiera de aquellos generales ha ordenado docenas de crímenes igualmente atroces!... No es justicia, es venganza; y más aún que esto, es envidia, amargura ante la superioridad ajena. Detestan á Castillejo porque les inspira admiración.