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Como estuviésemos en un rincón y nadie nos observase, quise enterarme mejor de la vida de aquella familia. Villa me puso al corriente de todo. Las de Anguita eran hijas de un médico ya anciano, que había gozado de mucha clientela en Sevilla en otro tiempo. O por su edad avanzada, o porque hubiesen llegado otros médicos jóvenes de valía, o por las irregularidades de las hijas, es lo cierto que poco a poco se le había ido marchando la parroquia, quedándole en la actualidad muy contadas familias. Su mujer había muerto hacía bastantes años. Las niñas, educadas sin la vigilancia materna, habían dado siempre bastante que decir por sus extravagancias. Mientras las ganancias del papá fueron crecidas, en la casa se gastaba por largo, se vivía con desahogo y con lujo; hasta tenían coche. Nadie pensaba en mañana. El señor Anguita, un viejo maníaco, que había gozado fama de excelente médico, aunque en realidad nunca se hubiese cuidado gran cosa de los enfermos dejaba a sus hijas la dirección económica de la casa, que no podía ser más desastrosa. La pasión del viejo era el arte, y su orgullo ser inteligente en pintura. Que le dijesen que había hecho tal o cual cura maravillosa, le tenía sin cuidado. En cambio, si le venían a consultar sobre el mérito de un cuadro, o le nombraban jurado en los exámenes de la escuela de Bellas Artes, le causaban vivo placer. No le molestaba su decadencia profesional más que por el momentáneo disgusto que sentía cuando sus hijas le pedían dinero y no podía dárselo.

Viendo por fuera la correcta mole del alcázar, no se comprenden las irregularidades de aquel pueblo fabricado en sus pisos altos.

Después, en una temporada de grandes irregularidades en los correos, De-Hinchú me había oído deplorar los retardos en la entrega de mi correspondencia. Un día, al llegar a mi despacho, me sorprendí de encontrar la mesa cubierta de cartas, acabadas de llegar por el correo, pero desgraciadamente ninguna de ellas llevaba mi dirección.

»Hay otro desorden, Isidorita, que te hace muy desgraciada, y que te llevará lejos, muy lejos. Me refiero a las irregularidades de tu peculio. Unas veces tienes mucho, otras nada. Lo recibes sin saber de dónde viene; lo sueltas sin saber a dónde va.

Cómo se las compondría para este fin es cosa que no cae dentro de este relato. Las nuevas trazas de esta señora no están aún en nuestro tintero. Lo que puede asegurarse, por referencias bien comprobadas, es que en lo sucesivo supo la de Bringas triunfar fácilmente y con cierto donaire de las situaciones penosas que le creaban sus irregularidades.

Ciertas diátesis serosas, neuropáticas, con dolores reumáticos, son circunstancias mas favorables á la accion de este medicamento, cuando existe endolorimiento de las masas musculares, sobreescitacion moral, dolores dislacerantes en el pecho ó en el corazon; en estos casos, el estado caquéctico se caracteriza ordinariamente por irregularidades y dificultad en la respiracion y circulacion.

JOAQUÍN. ¡Qué gracia! ISIDORA. Por Dios, dejo eso. ISIDORA. ¡Por la Virgen Santísima! JOAQUÍN. Es un bruto que merecía el desprecio si no mereciera el presidio. Su discurso es el colmo de la sabiduría. Dice que en tiempo de papá eran mayores los escándalos y las irregularidades... Voy a contarte en dos palabras las gradas de Botín. JOAQUÍN. No, querida; es temprano.

Pero dejemos de lado esas irregularidades que no son sino consecuencias extremas de ideas sanas y fecundas, y podremos afirmar que pocos pueblos viven al amparo de instituciones más liberales que Colombia.

Usted se va á asustar de lo que le voy á decir. No lo creerá usted; es inconcebible. Lázaro, que creía ya que doña Paulita Porreño no podía decir nada más inconcebible, tembló ante la promesa de nuevas y más extrañas confidencias. Para realizar la felicidad y la paz con que yo he soñado, no basta el amor; es decir, que para evitar mil irregularidades y disgustos es necesaria además otra cosa.

A pesar de las irregularidades temporales, el escalonamiento de la flora en las laderas de las montañas conserva, pues, el carácter de una ley constante. ¿De dónde procede este extraño reparto de plantas por la superficie del globo? ¿Por qué especies originarias de las más lejanas comarcas se han juntado formando colonias en las altas fragosidades de los montes?