United States or Saint Martin ? Vote for the TOP Country of the Week !


El tren pararía media legua antes de Piedrasblancas, ¡pero cuidado con bajarse en seguida! ¡Mucho cuidado! Pierda usted cuidado. En efecto, al poco rato el tren detuvo un instante su marcha; sólo el tiempo necesario para que marido y mujer dijesen a Andrés: Buenas tardes, caballero, feliz viaje y se bajasen con la premura que les consentía la pesadumbre de sus cuerpos.

Dime, Anselmo, si el cielo, o la suerte buena, te hubiera hecho señor y legítimo posesor de un finísimo diamante, de cuya bondad y quilates estuviesen satisfechos cuantos lapidarios le viesen, y que todos a una voz y de común parecer dijesen que llegaba en quilates, bondad y fineza a cuanto se podía estender la naturaleza de tal piedra, y mesmo lo creyeses así, sin saber otra cosa en contrario, ¿sería justo que te viniese en deseo de tomar aquel diamante, y ponerle entre un ayunque y un martillo, y allí, a pura fuerza de golpes y brazos, probar si es tan duro y tan fino como dicen?

Enviaron al Emperador tres embajadores, para que resueltamente le dijesen, que si dentro de quince dias no se les acudia con parte de lo mucho que se les debia, les era forzoso apartarse de su servicio, dar lugar á que sus armas alcanzasen lo que su razon y justicia nuca pudo.

Estaría con los roders en la montaña, o los negocios le habrían llevado al otro extremo de la provincia. Marieta se atrevió, por fin, a salir del pueblo; a ir a Valencia para sus compras... ¡Ah, la señora! ¡Qué importancia se daba con el dinero de su pobre marido! Tal vez buscaba que los señoritos le dijesen algo, viéndola tan guapetona...

Los indios de ahora, al pasar por delante de las ruinas, bajan la cabeza, mueven los labios como si dijesen algo, y mientras las ruinas no les quedan atrás, no se ponen el sombrero.

Por lo demás, su candor rayaba en lo inverosímil: cualquier disparate, por grande que fuese, con tal que se lo dijesen en serio, lo creía; no le entraba en la cabeza que una persona de años y de carácter se atreviese a decir delante de gente una patraña por sólo el placer de embromar a un amigo; no obstante, tanto abusaron de las mentiras con él, que andando el tiempo llegó a no creer siquiera las verdades, o por mejor decir, éstas eran las que se le atravesaban con más frecuencia.

Uno de los remedios que el cura y el barbero dieron, por entonces, para el mal de su amigo, fue que le murasen y tapiasen el aposento de los libros, porque cuando se levantase no los hallase -quizá quitando la causa, cesaría el efeto-, y que dijesen que un encantador se los había llevado, y el aposento y todo; y así fue hecho con mucha presteza.

2 Y envió a Eliacim el mayordomo, y a Sebna escriba, y a los ancianos de los sacerdotes, vestidos de cilicio a Isaías profeta hijo de Amós, 3 que le dijesen: Así dijo Ezequías: Este día es día de angustia, y de reprensión, y de blasfemia; porque los hijos han venido hasta la rotura, y la que da a luz no tiene fuerzas.

7 Y vino una nube que les hizo sombra, y una voz de la nube, que decía: Este es mi Hijo amado: A EL OID. 8 Y luego, como miraron, no vieron más a nadie consigo, sino a Jesús solo. 9 Y descendiendo ellos del monte, les mandó que a nadie dijesen lo que habían visto, sino cuando el Hijo del hombre hubiese resucitado de los muertos.

10 trasladando el reino de la casa de Saúl, y confirmando el trono de David sobre Israel y sobre Judá, desde Dan hasta Beerseba. 11 Y él no pudo responder palabra a Abner, porque le temía. 12 Y envió Abner mensajeros a David de su parte, diciendo: ¿Cúya es la tierra? Y que le dijesen: Haz alianza conmigo, y he aquí que mi mano será contigo para volver a ti a todo Israel.