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Adoptó el oficinista una expresión suplicante para seguir hablando. ¿Qué podía importarles á los dos lo que murmurase la gente?... Además, en Europa no los conocía nadie. Vivirían en París, la ciudad maravillosa tantas veces admirada por él en las novelas y que nunca habría visto de no ocurrir la muerte de Pirovani.

Y no fué una pregunta ociosa la que hizo, sino que, en aquel momento, así lo sentía; porque era tal la maravillosa inteligencia de Perla, que su madre hasta llegaba á imaginarse que la niña conocía la secreta historia de su existencia y se la revelaría ahora. ; yo soy tu pequeña Perla, repitió la niña continuando sus cabriolas.

La primera semana fueron las lecciones en el corralón de casa, que está desempedrado y sirvió de picadero. Ya salimos al campo, pero procurando que nadie nos vea. Mi padre no quiere que me muestre en público hasta que pasme por lo bien plantado, según él dice. Si su vanidad de padre no le engaña, esto será muy pronto porque tengo una disposición maravillosa para ser buen jinete.

Dimmesdale que, reclinado sobre el balconcillo, con la mano sobre el corazón, había estado esperando el resultado de su discurso. ¡Maravillosa fuerza y generosidad de un corazón de mujer! ¡No quiere hablar!... Y se echó hacia atrás respirando profundamente.

Perla, cuando contempló esta especie de casa maravillosa, comenzó á palmotear y á bailar, y pidió con acento decidido que arrancaran todo aquel frente radiante del edificio, y se lo dieran para jugar con él. No, mi querida Perlita, le dijo su madre. misma tienes que procurarte tus rayos de sol; yo no tengo nada que darte.

Permanecí un momento contemplando aquella maravillosa vegetación, donde estaban reunidos todos los árboles del mundo, produciendo cada cual en su estación respectiva, flores y frutos exóticos.

Por muy maravillosa que fuese la historia y graciosa la narradora, no encantó más que medianamente los oídos del oyente. ¿Cómo se llamaba aquel héroe? El capitán Raynal. Raynal... Raynal... El conde buscaba en vano en el fondo de su memoria.

Y me pareció muy gustoso y nutritivo. Es una planta maravillosa exclamó Hans. Y utilísima dijo el Capitán . Crece sin necesidad de cultivo y se reproduce mucho. Bastan tres árboles para alimentar a una familia durante un año entero. ¿Abundan mucho estas plantas, tío? Mucho; y no se encuentran solamente aquí.

Mientras los frailes daban sepultura al cadáver de Baltasar en la cripta del monasterio, el prior se encaminó al scriptorium, para recoger la obra del iluminador, suponiéndola no terminada. Pero halló la foja de pergamino orlada de exquisita y delicada labor, la más maravillosa, sin duda alguna, que trazaron los pinceles de Fray Baltasar.

Reynoso les mostró de nuevo con orgullo no sólo su maravillosa colección de palomas blancas, sino otra porción de aves y bichos que tenía enjaulados, un águila, una ardilla, un jabalí, etcétera. Admiraron la paciencia y la maestría con que había sabido domesticar a algunos de ellos.