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Había resuelto Fortunata, de acuerdo con su tía Segunda, albergarse en la casa de esta, que vivía otra vez en la Cava. Allá se encaminó desde la calle de Don Pedro, y antes de entrar en el portal de la pollería, el mismo portal y el mismo edificio donde tuvo principio la historia de sus desdichas, una vecina le dijo que Segunda estaba en el puesto de la plazuela, comiendo con unas amigas.

Su temprana afición a observar los aspectos más pintorescos de la vida le encaminó por el doble sendero del periodismo y de la investigación policial. Así, entre cuartilla y cuartilla, llegó a ocupar el puesto de Comisario de Pesquisas en la Policía de Buenos Aires, que tanto se adaptaba a las modalidades de su espíritu curioso y novelesco.

El padre Aliaga cerró la puerta y adelantó en su celda, pensativo y murmurando: Me parece que en este joven hemos encontrado un tesoro. Pero en vez de volverse á su silla, se encaminó al balcón de la derecha y le abrió. Venid, venid, amigo mío, y calentáos dijo ; la noche está cruda, y habréis pasado un mal rato.

Pues procuremos ver. Y se encaminó recatada y silenciosamente á la puerta de las Meninas, y con el mismo recato miró al interior. Bajo un farol turbio estaba parado Juan Montiño. ¿Conque le esperan? ¿conque le han citado? ¿quién será ella? dijo Quevedo. Pasó algún tiempo; Juan Montiño esperando, y don Francisco observándole.

Á principios de 1603 se encaminó á la corte de Valladolid, parte para desvanecer las acusaciones indicadas, que se habían renovado por este tiempo, parte para hacer valer sus justísimos títulos y largos servicios, y obtener proporcionada recompensa.

Y se encaminó á la puerta. No me atrevo á deciros más dijo el duque , porque estoy seguro de no reteneros. Adiós, don Francisco de Sandoval y Rojas dijo con un acento singular Quevedo ; plegue á Dios que no paguéis, como me temo, el favor de su majestad. Y Quevedo salió. Poco después fué cuando el duque llamó al alcalde de casa y corte, Ruy Pérez Sarmiento.

Habiendo escapado difícilmente con vida del campo de batalla, el capitán espoleó su corcel y se encaminó a su hogar, seguido muy de cerca por algunos soldados de Cromwell. Su esposa, dama de gran valor, tuvo apenas tiempo de esconderlo en la cámara secreta antes de que llegara el enemigo a registrar la casa. Sin acobardarse mucho, ella misma les ayudó y personalmente los guió por toda la mansión.

Y recobrando su sangre fría, para saber á qué atenerse y á la vez para gestionar su licenciatura, Basilio se encaminó á la Universidad. Tomó por la calle de Legazpi, siguió la del Beaterio y al llegar al ángulo que forma ésta con la calle de la Solana, observó que efectivamente algo importante debía haber ocurrido.

Se encaminó este comandante por las quebradas de Arque en busca de los enemigos, que le esperaron en las inmediaciones del pueblo de Colcha, fiados en su mayor número, y en las ventajosas situaciones que ocupaban.

Sigamos hacia nuestro calvario dijo , sigamos con valor; apuremos la copa que Dios nos ofrece, y dominemos este corazón rebelde... que obedezca á su deber ó muera: que Dios no pueda acusarnos de haber dejado de combatir un solo momento. Se irguió, serenó su semblante, y se encaminó al lugar donde le esperaba el tío Manolillo. El bufón le salió al encuentro. ¿Ha venido? dijo el padre Aliaga.