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Cuando cayó la pieza, el oficinista dijo á Rojas: Hemos ganado, don Carlos, y podemos elegir el sitio. El marqués, que había traído bajo un brazo su célebre caja de pistolas, la dejó abierta sobre la hierba. Cargó las dos armas con minuciosa lentitud, sacando á luz de nuevo la misma moneda para que el azar decidiese por segunda vez.

Y la posibilidad de tan larga ausencia entristeció al oficinista, á pesar del aire satisfecho y seguro de mismo que mostraba desde el día anterior.

Todas las noches, en la tertulia de la marquesa, mostraba ahora Pirovani el gesto preocupado del que desea proponer algo y cuando va á hablar se siente enmudecido por la emoción. Después de una semana de dudas se decidió á formular su deseo, precisamente la noche en que el oficinista esperaba conseguir el mayor éxito de su vida.

El oficinista, que se había puesto muy serio al darse cuenta de la importancia de esta conversación, aprobó silenciosamente con movimientos de cabeza. Mi representado continuo el marqués no se contenta con menos de tres tiros á veinte pasos, pudiendo apuntar durante cinco segundos.

Va usted á gastar toditos sus miles de pesos continuó Moreno , y hasta puede ocurrir que al final falte algo de plata; pero tendrá usted su parque... Es verdad que el tal parque no le producirá nuevos gastos, pues al día siguiente de la fiesta los árboles tal vez estén secos y muertos. Y el oficinista rió de la inutilidad de un gasto tan enorme, admirando y compadeciendo á la vez al ingeniero.

¡Si yo que no lo puede sufrir! dijo el italiano . Me consta... Pero como es el jefe de los trabajos y ayuda en ciertas ocasiones á Robledo y á su marido, no se atreve á decir lo que piensa de él. Luego su alegría se nubló, según le fué contando el oficinista el encuentro con Manos Duras y la confianza del gaucho al hablar á la señora marquesa. Esto último fué lo que indignó más al contratista.

Algo muy importante debía ocurrir para que el capitán viniera á buscarle. Se acercó el jinete á la ventana junto á la cual leía el oficinista y dió la mano á éste inclinándose sobre su montura. Teniendo por inútiles los preámbulos, dijo inmediatamente, con una sequedad militar: -He venido á verle cuanto antes para que pueda aprovechar el correo de hoy... Quiero hacer un obsequio á la marquesa.

Era una larguísima lista, no sólo de perfumes y jabones, sino de toda clase de objetos de tocador. El capitán había entrado por las páginas de los catálogos como en tierra recién descubierta, haciendo suyo lo que encontraba al paso. Hay aquí por valor de más de mil pesos se dijo el oficinista , y el ingeniero sólo cobra seiscientos al mes.

Luego sonrió picarescamente, golpeando al oficinista en una pierna, al mismo tiempo que le preguntaba bajando la voz: ¿Y por qué quieren matarse? ¿Cuestión de mujeres?... De seguro que anda de por medio esa marquesa que á toditos los trae locos. Tomó Moreno una actitud misteriosa, al mismo tiempo que se llevaba un dedo á los labios para imponerle silencio. Prudencia, don Carlos.

El oficinista había vuelto, momentos antes, de su reunión con los padrinos de Canterac. Pirovani le habló lentamente, esforzándose por ocultar su emoción.