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Era evidente que existía alguna razón muy poderosa para tratar de impedir que el secreto viniera a mis manos; pero su creencia de que la bolsita ya estaba en mi poder destruía mi sospecha de que este misterioso hombre estaba ligado a la muerte extraña de Burton Blair. Créame, señor Dawson le dije, con la mayor calma, no abrigo temor alguno del resultado de la bondadosa generosidad de mi amigo.

Extraña es también la completa y espantosa miseria hasta donde el autor conduce a su heroína, dotándola para ello de generosidad tan magnánima, que no puede menos de confundirse un poco con la simpleza hasta en el pensamiento de las personas más novelescas y despreciadoras de los intereses materiales.

Corazón lleno de caluroso entusiasmo, firmeza de juicio, noble generosidad, todo eso se adivinaba oyéndole hablar. Y era realmente extraordinario en un joven que había nacido y se había educado en una hospedería de pueblo.

Vergüenza me da el decirlo: aquel grito de verdadera agonía despertó en el sólo instinto que me quedaba de hombre: la piedad. Comprendí que la mataba; no distinguía bien si se trataba de su honor o de su vida. No tengo por qué vanagloriarme de un acto de generosidad que fue casi involuntario, tan poca parte le correspondió en él a la verdadera conciencia humana.

Pero si no comprendía las palabras incoherentes que la preocupación arrancaba á su tía, veía, sin embargo, que eran de violencia y de odio. ¡Odio, rencor! ¡Cómo su bienhechora, que era para ella el ideal de la generosidad y de la bondad, podía abrigar semejantes sentimientos! ¿Y por qué prodigio aquel joven desconocido los despertaba en su corazón?

«Me parece mentira dijo él , que te tengo aquí, cogida otra vez con lazo, fierecita mía, y que puedo pedirte perdón por todo el mal que te he hecho...». Quita allá... ¡perdón! exclamó la joven anegándose en su propia generosidad . Si me quieres, ¿qué importa lo pasado?

La base universal de vida, el mucus embrionario, la viviente gelatina animal de donde nació y renace el hombre, donde tomó y toma sin cesar la jugosa consistencia de su ser, ese tesoro, enciérralo el mar hasta tal punto que es su propia vida. Con él fabrica, satura sus vegetales, sus animales, prodigándoselo ampliamente. Su generosidad hace burla á la mezquindad de la tierra.

Los bárbaros, admirando la generosidad y grandeza de su ánimo, ó ya fuese por su virtud, de que ellos también hacían grande aprecio, ó por la destreza y eficacia de sus agencias, ajustó por fin tan difícil negocio, se estableció la antigua y mutua paz entre ellos y se remedió la necesidad y hambre de tantos pueblos.

Trabajó horas extraordinarias, bebió menos, fué reuniendo economías, pues deseaba hacerse perdonar con su generosidad el retraso en el pago de la deuda. Al mismo tiempo buscaba un hombre que se encargase de ir á depositar la cantidad sobre la tumba del desierto.

No querían, pues, mataros: no era la reina. Al contrario, la generosidad de ese hombre me confirma más en mis sospechas; la reina se horroriza de la sangre... como vuecencia; la reina, sin duda, ha querido decirme: aunque soy mujer, y me tenéis obligada al silencio, puedo en silencio mataros; tengo una valiente espada que me sirve.