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Vestía rico traje de terciopelo negro y capa corta del mismo color, y usaba calzado de retorcida punta, aunque no tan desmesurada como fué uso llevarla en el siguiente reinado. Ceñíale el cuerpo un cinturón bordado de oro, en cuya ancha hebilla estaban grabadas las armas de los Morel, cinco rosas gules en campo de plata.

De mañana, antes de madrugada, se despachó al Capitan Lican con 10 indios, para que fuese esplorando el campo por la banda del E, por cuanto Caullamantú llevó el órden de internarse al S hasta dar con el Quequen. Aquí se hizo la noche. Dia 11.

La conversación, ya perezosa, daba entonces en la astronomía y se paraba en el concepto de lo infinito; se acababa por tener un deseo vago de oír música. Entonces Quintanar recordaba que se cantaba aquella noche El Relámpago o Los Magyares; levantaba el campo, y paso a paso, volvían a la soñolienta Vetusta dejándose resbalar por la pendiente suave de la carretera.

En el amplio y extenso patio, no vimos ni un mausoleo, ni un monumento, ni una lápida, ni una fecha, ni una inicial, ni nada que recordase un nombre. ¡Hierbas y musgos por doquier!... ¡Eterno olvido! Recordando las sentidas estrofas, que la soledad del campo santo inspiraron al malogrado Becquer, volvimos al pueblo.

Babuco, despues de haber hecho un regalejo al soldado, entró en el campo, y habiendo hecho conocimiento con el capitan le preguntó el motivo de la guerra. ¿Cómo quereis que lo sepa yo? ¿y qué me importa, sea el que quiera?

La imaginación no puede sino difícilmente asociar las ideas de violencia y escenas de sangre, a la tranquilidad encantadora de la naturaleza y a los que respiran el bienestar del campo y sus jardines, que ese bienestar debe reinar por todas partes.

Siguen las diversiones campestres, en que tengo que intervenir muy a pesar mío. He acompañado a mi padre a ver casi todas sus fincas, y mi padre y sus amigos se pasman de que yo no sea completamente ignorante en las cosas del campo.

En el interior de éste, los clérigos, al terminar el coro de la tarde, leían, a la verdosa claridad que se filtraba entre el follaje, los periódicos del campo carlista o comentaban entusiasmados las hazañas de Cabrera, mientras que en lo alto, indiferentes para las insignificancias humanas, revoloteaban las golondrinas en caprichosa contradanza, lanzando silbidos como si rayasen con su pico el cristal del cielo.

Dia 3. Siguiendo á trote y galope, fué preciso ir dejando algunos caballos por el campo, por estar cansados, y no dilatarse en llegar; y á las seis de la tarde llegó á vistar las chacras de la frontera de Lujan, de donde caminó toda la noche. Dia 4.

En la playa halló una ballena muerta, y vieron muchas huellas de animales, y hallaron parte del campo recien quemado, de donde concibieron esperanzas de hallar al dia siguiente algun puerto y rancherias de indios. Jueves, 20, se levaron á las cinco para acercarse á la boca del rio, en que dieron fondo en seis brazas de agua, á las diez y media.