United States or Montserrat ? Vote for the TOP Country of the Week !


Los que en Mayo de 1898 admiraron el valor de los marinos del almirante Dewey, y los sentimientos humanitarios de este ilustre jefe, prestando apoyo visible á un pueblo oprimido para que fuera libre é independiente, no podrán seguramente cohonestar la presente inhumana guerra, con aquellos elevados y honrados sentimientos.

Tomó de una silla un paquete que había traído recatadamente envuelto en un pañuelo, y desdoblándolo, mostró la tela a la luz del velón. Ambas mujeres admiraron aquella hermosura; la calificaron de divina. Los ojos y el alma se les iban en pos de la tela. En suma, no pudieron resistir y aceptaron el obsequio. Juana quiso mostrarse más difícil y Juanita tuvo que ceder y que aceptar antes que ella.

Bueno, ahora dejadme calentar un poco, que estoy aterida dijo sentándose al lado de la chimenea, tan cerca que, por milagro, no ardía. Se tostó por delante y por detrás, en tal forma, que, cuando Rafael fué a coger la silla, quemaba. ¡Qué atrocidad! Mirad, chicos, cómo ha dejado Amparo la silla. Todos pusieron las manos sobre ella y se admiraron. ¡Cómo tendrá esa mujer el cuerpo!

En cuatro dias que estuvimos allí, hallamos en tierra cerca de la orilla, una grandisima y monstruosa serpiente de 45 pies de largo, del grueso de un hombre: negra, con pintas leonadas y rojas, de que los indios se admiraron por no haberla visto mayor: matámosla de un balazo.

Y luego prosigue la historia diciendo que, en acabando de comer don Quijote, el día que dio los consejos a Sancho, aquella tarde se los dio escritos, para que él buscase quien se los leyese; pero, apenas se los hubo dado, cuando se le cayeron y vinieron a manos del duque, que los comunicó con la duquesa, y los dos se admiraron de nuevo de la locura y del ingenio de don Quijote; y así, llevando adelante sus burlas, aquella tarde enviaron a Sancho con mucho acompañamiento al lugar que para él había de ser ínsula.

Ricote y su hija salieron a recebirle: el padre con lágrimas y la hija con honestidad. No se abrazaron unos a otros, porque donde hay mucho amor no suele haber demasiada desenvoltura. Las dos bellezas juntas de don Gregorio y Ana Félix admiraron en particular a todos juntos los que presentes estaban.

Tadeo continúa: Ese es el músico H... ese, el abogado J que pronunció como suyo un discurso impreso en todos los libros y los oyentes le felicitaron y le admiraron... El médico K, ese que baja de un hansomcab, especialista en enfermedades de niños, por eso le llaman Herodes... Ese es el banquero L que solo sabe hablar de sus riquezas y almorranas... el poeta M que siempre trata de estrellas y del más allá... Allí va la hermosa señora de N que el Padre Q suele encontrar cuando visita al marido ausente... el comerciante judío P que se vino con mil pesos y ahora es millonario... Aquel de larga barba es el médico R que se ha hecho rico creando enfermos mejor que sanando...

En la calle de Sevilla y en la Puerta del Sol admiraron los grupos de toreros sin contrata, entes superiores, a los que osaron pedir, sin éxito, una limosna para continuar el viaje.

Todos, hasta los más difíciles, admiraron su ingenio a par de su belleza, y celebraron la natural sencillez de su trato, su no aprendida, sino ingénita elegancia, y su espontánea gracia andaluza. Aunque con la embriaguez del éxito propendía Beatriz a hablar demasiado, sabía contenerse y templarse para no pasar por desenvuelta y parlanchina.

Aún en noviembre, cuando tenía ya en jaque a todas las ratas de la casa, su gran encanto eran los saurios. Los peones que por a o b llegaban a la siesta, admiraron siempre la obstinación del perro, resoplando en cuevitas bajo un sol de fuego, si bien la admiración de aquellos no pasaba del cuadro de caza.