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Entrase a ella por un patio o corralón largo y estrecho, lleno de montones de basura, residuos, despojos y desperdicios de todo lo humano. El cuarto que habitaba Almudena era el último del piso bajo, al ras del suelo, y no había que franquear un solo escalón para penetrar en él.

He enviado el Bobo a Madrid a que vea las máscaras, y la vieja está en la Doctrina, en ese corralón de Bellasvistas donde juntan las señoras al rebaño femenino de la busca para que cante oraciones. Zaratustra, que se preciaba de conocer a todo Madrid, había oído hablar de alguna de estas damas devotas cuando eran jóvenes, y reía, guiñando sus ojos lacrimosos.

Vaya al agujero como está el muy bellaco, y agradézcame que no lo mande en el traje que usaba el padre Adán antes de la golosina. Y dos negros esclavos del hospital cogieron el cadáver y lo transportaron al corralón que servía de cementerio.

Dejemos por un rato en reposo al muerto, y mientras el sepulturero abre la zanja fumemos un cigarrillo, charlando sobre el gobierno y la política de aquellos tiempos, mismo del cementerio. Los difuntos se enterraban en un corralón o campo santo que tenía cada hospital, o en las bóvedas de las iglesias, con no poco peligro de la salubridad pública.

El cortejo entró en el cementerio, pero no por la puerta principal, sino por una especie de brecha abierta en la tapia del corralón inmundo, estrecho y lleno de ortigas y escajos en que se enterraba a los que morían fuera de la Iglesia católica. Eran muy pocos. El enterrador actual sólo recordaba tres o cuatro entierros así.

Feli lo compró después de largo regateo, entregándolo a Maltrana. Toma. Ya necesitas plumear, pobrecito mío, hasta que lo agotes. Siguieron adelante, y entraron en el corralón de las Nuevas Américas. Allí estaban los comerciantes en grande, los que adquieren el hierro y los adornos de los derribos.

Frente de la ventana, a regular distancia del corralón de la posada, contrastando su fábrica de piedra con el maderaje y los tablones de que estaba formada la estación, había un edificio, rico en otro tiempo, a la sazón ruinoso, pobre, y sobre todo triste, como si su inerte mole fuera capaz de presentir la grandeza del rival que allí cerca y en pocas semanas alzaron unos cuantos hombres.

La primera semana fueron las lecciones en el corralón de casa, que está desempedrado y sirvió de picadero. Ya salimos al campo, pero procurando que nadie nos vea. Mi padre no quiere que me muestre en público hasta que pasme por lo bien plantado, según él dice. Si su vanidad de padre no le engaña, esto será muy pronto porque tengo una disposición maravillosa para ser buen jinete.

En la casa había jardín, y además un desmesurado corralón, donde, para mayor recreo y gala, no se encerraban sólo gallinas y pavos, sino, en apartados recintos, venados y corzos traídos vivos de Sierra Morena, y por último, amarrado a fuerte cadena de hierro, por temor a sus travesuras y ferocidades, un enorme mono que había enviado de Marruecos un capitán de Infantería, primo del señor.

Una mañana.... Olvidaba decir que en la casa había una gran pieza interior que daba a un patio o corralón muy espacioso, de donde recibía el sol casi todo el día. En dicha pieza tendía Doña Paz la ropa lavada en casa. De muro a muro todo era cuerdas, y cuando estaban llenas de ropa, aquello parecía un bosque de trapos húmedos.