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Se contemplaba andando a gatas por un corredor interminable, ante una fila de puertas numeradas con esa uniformidad que luego había visto en cuarteles y presidios. Muchas mujeres sentadas ante las puertas cosían y charlaban.

Acaso ese pobre muchacho pague muy caro el haber dado al traste con don Rodrigo Calderón. ¿Muy caro? por cierto; como que está enamorado como un loco de la dama por quien se ha metido en ese lance. ¡Esperad! ¡esperad! yo he visto, al entrar ese mancebo en el cuarto de la reina, su semblante, y no le conozco, aunque me ha parecido encontrar en él un no qué... ¿conocéis á ese mancebo? ¡Mucho!

A saber cuándo llegaremos a Montevideo. Separáronse los tres, como si experimentasen la necesidad de hablar con otras personas después del mucho tiempo que llevaban juntos. El doctor se fue en busca de las damas de su familia, para contarles lo que había visto. Ojeda siguió adelante por la cubierta, en silencioso paseo.

Ovidio, no acaba de ponderar las miserias de Tomis; pero si hubiera visto á Rota dijera, que era el Tomis del mismo Tomis

Una violenta expresión de ira se pintó en el rostro de la señora al oír este nombre; volvióse bruscamente hacia una joven que la acompañaba, y exclamó con más impetuosidad que prudencia: Pero, ¿has visto?... ¡Si esto clama al cielo!... ¡Pícara madre! ¡Pícara madre!... Mientras este ángel llora, estará ella escandalizando a Madrid como acostumbra.

Diciendo esto ha caído desmayado, y cuando, gracias a nuestros cuidados, ha vuelto en , le he llevado lejos de aquel lugar de aflicción, y marchando apresuradamente por el lado de la ciudad, no nos hemos detenido hasta llegar al recodo del camino en que yo había visto descender la fúnebre comitiva y desde donde la aldea quedaba oculta detrás de los árboles que formaban como una cortina.

Bien dicho, hija mía dijo en tono sentido su madre . Haz bien y no mires a quién. Haz mal y guardarte has, como dice el refrán. Insisto en preguntar dónde se halla continuó Rafael , porque le traigo una carta. ¡Una carta! ¿Y de quién? De su marido. ¿Le has visto? preguntó con interés la condesa. ¿Pues no decían que estaba en Alemania? No es cierto.

Representaron la pieza dramática más impertinente que yo he visto en mi vida. He aquí su argumento: »Reunidos los caballeros de Santiago, se les presenta Nuestro Señor Jesucristo, y les ruega que lo reciban en su orden.

A donde él va pronto es al nicho.... Pero los moribundos suelen tener doble vista, y puede que haya visto la mejoría de Valentín... voy corriendo, corriendo. ¡Cuánto me estorban estos malditos cuadros! ¡No dirán ahora que soy tirano y judío, pues rasgos de estos entran pocos en libra!... No me dirán que me cobro en pinturas, pues por estos apuntes, en venta, no me darían ni la mitad de lo que yo .

Sin tu cuñado dijo el ama. ¿Y dónde está? ¿Se quedó en el lugar? ¿Por qué no viene? Lo ignoro. Sólo que tu hermana está llorando como jamás la he visto llorar. Sin duda ha ocurrido alguna gran desgracia. Beatriz nada ha querido decirme; pero algo ocurre de muy grave y lastimoso. Levántate, hija. Ve a consolar a tu hermana y a saber la causa de su dolor.