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A saber cuándo llegaremos a Montevideo. Separáronse los tres, como si experimentasen la necesidad de hablar con otras personas después del mucho tiempo que llevaban juntos. El doctor se fue en busca de las damas de su familia, para contarles lo que había visto. Ojeda siguió adelante por la cubierta, en silencioso paseo.

Los suizos y los soldados de línea no estaban tan engreídos como nosotros los paisanos, que creíamos haber asistido a la más grande y gloriosa acción de los modernos tiempos. Mirábamos con desdén a los que quedaron de reserva, y al contarles lo que pasó, hacíamos subir a cifras fabulosas el número de franceses segados por nuestros cortadores sables en la refriega.

Tuve que contarles mi viaje a Quimper y hacerles la descripción de Elena. ¡Cuántas curiosidades va a tener que satisfacer, si vive, la pobre inocente! Como era natural, los amigos se desquitaron un poco de la violencia que se habían impuesto en casa de Lacante y se permitieron algunos epigramas jocosos, sin gran malicia, para decir la verdad.

No quiero, pues, fastidiar a mis lectores repitiendo hechos que ya presenciamos a bordo del Trinidad, y paso a contarles otros enteramente nuevos y que sorprenderán a ustedes tanto como me sorprendieron a .

Un instante después, Belén y la monja cuchichearon, sin duda a propósito de Mauricia a quien miraban. Tenía Belén vara alta con las señoras, por su humildad y devoción y por la diligencia con que iba a contarles cuanto hacían y decían sus compañeras. Era domingo, y a las cuatro toda la comunidad entró en la iglesia donde había ejercicio y sermón.

Y Foja y los demás que se habían quedado, también ansiaban la vuelta de los ausentes, para contarles las novedades y comentarlas todos juntos. La animación de Vetusta renacía en cabildo, cofradías, casinos, calles y paseos cuando los del veraneo empezaban a aparecer.

Rubín e Izquierdo estaban sentados en el sofá de la sala, ambos silenciosos, Fortunata llamó a Ballester y a Platón para contarles lo que había hecho, y en tanto Guillermina se fue a sentar junto a Maximiliano, insinuándose con él por medio de una sonrisa de benignidad.

D. Álvaro, en esta época, disfrutaba siempre de mejor humor, y solía, mientras presenciaba, sentado sobre la hierba, los trabajos de la gente, contarles alguna anécdota chistosa de su juventud ó dar un poco de cantaleta con pesadez cómica á alguno de sus criados. El conde de Trevia vió á Laura, como hemos dicho, á su vuelta de Francia.

Este periódico se publica para conversar una vez al mes, como buenos amigos, con los caballeros de mañana, y con las madres de mañana; para contarles a las niñas cuentos lindos con que entretener a sus visitas y jugar con sus muñecas; y para decirles a los niños lo que deben saber para ser de veras hombres.

¿La ha fregado V. ya? Si no la hubiera fregado, ¿cómo se había de limpiar? ¡Vaya una salida! No se incomode, Rufa dijo un poco acortada la niña. Y cogiendo un paño, se sentó con calma a secar los platos. Miguel se sentó cerca de ella. Voy a contarles a VV. un cuento dijo aquél tomando otro paño y poniéndose a secar platos también.