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Aquellos pobres paisanos a quienes no se puede negar el valor, huyeron ante las tropas disciplinadas del general Dupont. En Córdoba tampoco se les opuso resistencia, y ¡qué horror, Dios mío! ¡Qué tres días de angustia! Todos creíamos que los franceses entrarían con bandera de paz, porque la gente de Echevarri abandonó la ciudad, y los de aquí no trataban de hacer resistencia.

En la feraz vega de Zaragoza, pasó por entre pilas de melocotones que parecían balas de fuego, y vio las lozanas viñas de uva retinta, cuyo zumo enardece la sangre de los paisanos de Lanuza.

De tal modo perseguían aquellos ardorosos paisanos a los franceses, y con tanta rapidez se dispersaban para evitar ser atacados, que a los invasores les era de todo punto imposible estar tranquilos un solo momento.

Pero hacia los días 25, 26 y 27 se esparce por la capital un rumor misterioso que conmueve de alegría a los españoles y llena de terror a los franceses: corre la voz de que los paisanos andaluces y algunas tropas de línea han derrotado a Dupont, obligándole a capitular.

Al mismo tiempo millares de paisanos, discurriendo por cerros y alturas, hostigaban de tal modo a los franceses, que no les era posible moverse.

¡Bien, bien, Pepe! gritaron los otros comensales . Ahora le toca cantar a Marisalada. Que cante Marisalada. Nosotros no somos gente de levita ni de paletós; pero tenemos oídos como los tienen ellos; que en punto a orejas, no hay pobres ni ricos. Ande usted, Mariquita, cante usted para sus paisanos que lo entienden; que las gentes de bandas y cruces no saben jalear en francés.

Les digo a ustedes que tropa más escogida que aquélla no la capitanearon los famosos caballistas José María y Diego Corrientes. ¿Va usted ya de marcha? le pregunté. ; dispusieron que fuera alguna fuerza de paisanos a guardar el paso de Despeñaperros, y yo solicité esa comisión, que me agrada mucho. Allá voy con mi gente. ¿Quieres venir? ¿Has estado en casa de Rumblar? De allá vengo.

Si, en efecto, la mayoría de mis paisanos residentes en Madrid no fuesen ministros o ex ministros, ¿cómo se las arreglarían para pagar al casero? ¿Es que el Sr. García Prieto, por ejemplo, podría sostenerse en la corte escribiendo artículos para El Sol? Pero ahora, para llegar a ministro, ya no basta haber nacido en la provincia de Pontevedra, y comienza a hacerse indispensable el ser catalán.

Reúne, pues, algunos paisanos decididos, y usando la arma blanca, ataca con furia a la guardia; los veinticinco son exterminados; apodérase de sus fusiles la valiente cuadrilla, sorprende el resto del destacamento en la casa donde se albergaba, hace prisioneros a soldados y jefes, y les manda a la isla de León.

Es que dice que lo ha roto ayer en mis espaldas y anda por ahí enseñando los cachos á todo el mundo. ¿Á todo el mundo menos á ti? ¡Claro!... Y ya ves , ¿quién ha de tener más gusto que yo en ver cómo ha quedado ese vardasco? Los paisanos celebraron la ocurrencia. El mozo se humanizó y bebió sonriendo otro vaso. Acaso te habrán engañado, Firmo manifestó uno de ellos.