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La doctora siguió diciendo cuenta con el entusiasmo patriótico, que le enardece para continuar sus trabajos.

En la feraz vega de Zaragoza, pasó por entre pilas de melocotones que parecían balas de fuego, y vio las lozanas viñas de uva retinta, cuyo zumo enardece la sangre de los paisanos de Lanuza.

Nada añadiría ya a su acabada caballerosidad, quitando mucho a su prudencia y a sus sentimientos humanitarios. ¡Ah señores! el hombre no es una fiera de los bosques a quien enardece en vez de calmar la sangre de su enemigo y lucha con él hasta destrozarlo y no queda satisfecha hasta que le arranca sus entrañas palpitantes.

Esta sangre, tibio y perezoso humor que hoy apenas presta escasa animación a mi caduco organismo, se enardece, se agita, circula, bulle, corre y palpita en mis venas con acelerada pulsación.

Todos volvían la vista en torno, indecisos sobre la gravedad del suceso... Pero pronto circularon noticias optimistas, que nadie sabía de dónde venían; esa opinión anónima que todos admiten, y en ciertos instantes enardece o inmoviliza a las muchedumbres... No era nada. Un varetazo en el vientre que le privaba de sentido. Nadie había visto sangre.

Los dueños de los establecimientos las atraían y las halagaban a ellas y a otras de su clase. Eran señoritas, con un encanto superior al de las otras mujeres. Sabían mantener sus aventuras en un término prudente, con más bullicio y atrevimiento que las profesionales, pero sin permitir nunca el atentado irreparable. Mostrábanse expertas en la tentación que enardece al parroquiano y le hace volver.

Llevaba impreso sobre su hermosa frente ese signo de melancolía que demuestra que una mujer no es dichosa. Es un atractivo que pocos hombres resisten. Los más atrevidos temen ofrecerse a la que parece no carecer de nada, pero la tristeza enardece a los tímidos. No faltaban, ciertamente, médicos a aquella alma afligida.

El corazón se dilata de gozo; el alma se enardece de orgullo; y el patriotismo se complacido en medio de tan grandiosa contemplación!

Un viajero desconocido va á atravesar con respeto tus umbrales y á revelar tus encantos á las generaciones presentes y futuras. Eleva su lenguaje al par de tu belleza, evoca ante él todas tus glorias y recuerdos, enardece hasta donde puedas su corazon, exalta hasta donde quepa su humilde fantasía.