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En aquel momento le tocaba hacer una figura del rigodón y se alejó con Emilita. María Josefa, que bailaba más lejos, se acercó un instante con su pareja, que era un teniente del batallón de Pontevedra. ¡Vamos, D. Santos, no sea usted cruel! ¿Por qué no va usted a hacer compañía a Fernanda, que está allí sola? En efecto, la amiguita de la rica heredera había hallado pareja para el baile.

Mostrose con García amable y cordial, de tal modo que el pobre opositor a cátedras al poco rato hubiera andado de cabeza por ella. Arrimaron las butacas al balcón abierto y fumaron un cigarro. García, que estaba haciendo oposiciones a una cátedra de Retórica en Pontevedra, les enteró del curso de ellas a conciencia, con toda exactitud.

La lucha entre Vigo y Pontevedra continúa hoy igual que en el año 1835. Y lo que ignora el Sr. García, como si desde que habló con Mr. Borrow no hubiesen pasado días ningunos, es que, frente a Vigo, Pontevedra no es Pontevedra, sino más bien Madrid. Pontevedra es el Ministerio de Hacienda, y el de la Guerra, y el de Fomento, y el de Gobernación.

Cuando un andaluz se pone a decir: «¡Vamoj, hombre! ¡Mardita zea! ¡Mijte quej grande!», y todo el mundo le escucha con gran contentamiento, como si dijera algo sumamente ingenioso, yo me abismo en amargas reflexiones. He ahí un hombre con gracia me digo . ¡Y pensar añado que si ese hombre hubiese nacido en la provincia de Pontevedra no tendría gracia ninguna!...

Y se alejó como un jabalí perseguido por la jauría entre silbidos y carcajadas, volviendo de vez en cuando la cabeza para escupirles el mismo esdrújulo injurioso. Las señoritas de Meré. En efecto, Emilita Mateo había logrado hacerse amar de un capitán del batallón de Pontevedra.

Por otra parte, la misma aspiración alimentaban en su pecho algunos dignos y pundonorosos oficiales del batallón de Pontevedra amigos del futuro. No siendo posible reunir tanta gente en el hogar poético del Jubilado, se pensó en celebrar la boda en el campo. La casa más a propósito era la de la Granja por su proximidad a la población.

Porque mi familia desciende de uno de los caudillos más principales que penetraron en la provincia de Pontevedra cuando la irrupción, según consta de varios documentos que se conservan en el archivo de mi casa. Los jugadores cambiaron una risueña mirada de inteligencia con Valero. ¡Ajá! exclamó éste entre alegre e irritado.

Un día este inglés llegó a Pontevedra con una carta de recomendación para el Sr. García, notario de la ciudad. El señor García resultó ser un patriota entusiasta, pero en un sentido puramente local, según cuenta el inglés. Su patria era Pontevedra, y el extranjero, Vigo.

En cambio la villita de Cebre, rindiendo culto al progreso, ha atendido a las mejoras morales y materiales, según frase de un cebreño ilustrado, que envía correspondencias a los diarios de Pontevedra y Orense.

Pontevedra es la Administración, y Vigo es la Geografía. Si Vigo llegase a ser un día el centro de comunicaciones más importante entre Europa y América, yo no creo que el pueblo pontevedrés perdiese nada con ello. La bahía de Vigo vendría a ser entonces, sencillamente, una bahía de Pontevedra. Algo así como su propia bahía de usted, querido Sr. García.