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Gonzalo, en el medio del salón, mostrábase también alegre, departiendo cuándo con una, cuándo con otra dama. Había bailado con su cuñada un rigodón, y una polka y un vals con dos amigas de su esposa. Sudaba copiosamente. No cesaba de limpiarse la frente con el pañuelo. Su gran figura de coloso, descollaba como una torre por encima de todas las cabezas.

Rugieron los instrumentos, y las parejas, poniéndose en movimiento al mismo tiempo, emprendieron la primera figura del rigodón. Bobart, preocupado con el doble conciliábulo que acababa de verificarse en el saloncillo, primero entre Herminia y Mauricio y después entre Mauricio y Roussel, en lugar de entrar en el salón de baile, se aventuró por el jardín en seguimiento de Fortunato.

Acto seguido empieza, ó mejor dicho se reanuda el baile, dando comienzo con un rigodón que generalmente baila el jefe de la provincia con la capitana. A las doce se cena, y á la madrugada se retiran los más recalcitrantes haciendo más eses que erres tiene un apellido vascuence. A esta fiesta se la conoce con el nombre de aniyaya nang bayan.

Después del rigodón vino un wals. Ronzal se retiró a fumar un cigarro de papel.

En aquel momento le tocaba hacer una figura del rigodón y se alejó con Emilita. María Josefa, que bailaba más lejos, se acercó un instante con su pareja, que era un teniente del batallón de Pontevedra. ¡Vamos, D. Santos, no sea usted cruel! ¿Por qué no va usted a hacer compañía a Fernanda, que está allí sola? En efecto, la amiguita de la rica heredera había hallado pareja para el baile.

Este dolor me molesta mucho y necesito moverme. El hallazgo. Cuando el conde puso de nuevo el pie en la sala, justamente se disponían los pollos a bailar un rigodón. Una de las chicas del Jubilado estaba ya delante del piano.

El rigodón oficial Un borracho ante un apellido vascuence. Fin de la fiesta aniyaya nang bayan. A los pocos días de llegar á la cabecera se recibieron en el Gobierno aprobadas las actas de las elecciones en la forma que las había redactado el Alcalde.

Una señora estaba cantando en la sala, bastante mal por cierto: no podía verla; pero estaba tranquilo, porque Luciana no canta ni sabe más música que la necesaria para tocar un rigodón.

Entonces, está dicho. Prevenga usted al cochero. Enseguida. Tu mujer, ¿ha puesto mucha resistencia? La necesaria para que su decisión tenga una significación cariñosa ... ¡Es un ángel! ¡Bueno! Se lo pagaremos después. Fueron interrumpidos por una tempestad de armonías: era la banda que, en el patio, empezaba, al unísono con la orquesta, el rigodón de honor.

Gervasio, ahora las bandejas de dulces... ¡Coged uno de cada lado, mastuerzos! ¿Qué quiere usted, señor Anselmo? ¿Piden los muchachos que en vez de vals sea rigodón? Pues toque usted rigodón. A ver, pollos, que hay una porción de señoras en el tocador que no tienen pareja para salir. ¡Marcelino! ¿dónde se ha metido Marcelino?