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»Con tal intensidad se ha posesionado de él este deseo, que me ha dado encargo de hacer a Felisa la proposición siguiente: »Dice que, según ellos convinieron, Felisa debe tener arreglados todos los documentos necesarios para la boda, y que como él tiene también corrientes los suyos, el matrimonio se puede celebrar en Madrid por poderes, luego de lo cual espera que ella venga inmediatamente a París, no a pasar una luna de miel, sino a cuidar a su marido enfermo.

Vamos al otro ejemplo de que hablé; al ejemplo de dogma. Bastará decir en este punto que la Francia ha corrido el espacio que media entre proclamar: NO HAY DIOS, hasta celebrar misa en un altar cristiano, que está precisamente sobre las cenizas y la estátua de Voltaire.

Podia el Andalús celebrar con locas demostraciones de júbilo su triunfo; pero el Africa estaba ya vengada, porque todo era en Córdoba africano: el hagib, el ejército, las autoridades, la vida pública y privada, la arquitectura que es su fórmula material, todo en suma.

Ayuntamiento para celebrar un Cabildo abierto, ó Congreso general, en que se oyese al pueblo, y tomasen providencias; convidando por esquelas á la parte principal y mas sana de él.

A la otra mañana, cuando después de la solemne misa de réquiem que hizo celebrar la marquesa en Zumárraga, volvió el jesuita a Loyola, oyó que las campanas de la iglesia tocaban también a muerto... Había fallecido aquella noche el padre Mateu; encontráronle al amanecer ya frío, tendido en su lecho.

Desde esta época comienza una nueva serie de dramas, llenos de vigorosa poesía, para celebrar el naciente brillo de la monarquía universal española. Sólo existe la primera parte, que sin formar un todo perfecto, nos ofrece, sin embargo, una serie de cuadros bellísimos de la historia de España.

Empezó a tomar su café, y en tanto Juan Pablo se decía con tristeza: «¡Pero qué malo está esta noche! ¡Dios, qué malo!». Maxi repitió hasta seis veces el Dios la perdone, y cuando entraron Leopoldo Montes y otro amigo, se calló. A la hora y media de tertulia, dio en celebrar con extrema hilaridad los donaires que Montes contaba.

Sujetose ella en la coronilla con una correa negra las crenchas de su abundante cabello, porque no era posible repicar y andar en la procesión; no podía peinarse y al mismo tiempo celebrar, entre lágrimas y castos apretones de mano, la santificación de las relaciones que entre ambos habían existido.

Ni habría sido difícil combinar, en la observación de las majestuosas ceremonias, el recreo alegre con la solemnidad, como si el gran traje de gala que en tales fiestas reviste una nación, estuviese adornado de una manera brillante á la vez que grotesca. Algo parecido á esto había en el modo de celebrar el día que daba comienzo al año político de la colonia.

Y como de Carrio y Canzana eran los cinco ó seis paisanos que en el lagar quedaban rezagados, no es maravilla que todos estuviesen conformes en celebrar los nuevos acontecimientos y en vaticinar enormes prosperidades para el concejo.