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Yo entonces le amaría por mismo, por su espíritu, por su fuerza de carácter, por su alma entusiasta escondida bajo apariencias de frialdad y aun de rudeza...

Pasó la juventud; llegó el momento en que el suspiro ardiente del jóven entusiasta, eterna aspiracion á un imposible, se trueque en viril canto en que lo hermoso de la forma sea, no la belleza plástica insensible: cuerpo que encierre el alma de una idea! Y es porque cada edad tiene marcada una mision distinta y la huye en vano: el jóven sueña, el hombre fuerte piensa, y recuerda el anciano.

Eran casi las ocho; y apenas podia distinguir el nombre de los generales y batallas del imperio, batallas y nombres escritos en las altas paredes de aquella pirámide. No soy tan entusiasta de Napoleon como otros muchos. Le admiro más por sus desafueros y sus vicios que por sus virtudes y sus glorias: si viviera le apostrofaria vigorosamente en estas páginas.

Argensola percibió cómo se iba formando en su interior un alma simple, entusiasta y crédula, capaz de admitir las cosas más inverosímiles. Esta alma la adivinaba igualmente en todos los que vivían cerca de él. A veces, su antiguo espíritu de crítica parecía encabritarse; pero la duda era rechazada como algo deshonroso.

Pero quiero poner punto en esta parte de mi historia, pues hoy recuerdo con vergüenza tan grande envilecimiento, y doy gracias a Dios de que me librara pronto de él llevándome por más noble camino. Entre las impresiones que conservo, está muy fijo en mi memoria el placer entusiasta que me causaba la vista de los barcos de guerra, cuando se fondeaban frente a Cádiz o en San Fernando.

El día en que Gavilán dió la última mano al esqueleto fueron a su taller los religiosos y muchos personajes del país, mereciendo entusiasta y unánime aprobación el buen desempeño del trabajo. El artista alcanzaba un nuevo triunfo.

Verás los libres de los Filósofos con toda su pompa ¡quán pequeños son al lado de este! ¿Puede ser que un libro que al mismo tiempo es tan sublime y tan simple, sea obra de los hombres? ¿Puede suceder que aquel de quien habla esta Historia no sea mas que un hombre? ¿Es este el lenguage de un entusiasta, ó de un ambicioso sectario? ¡Quánta dulzura, quánta pureza en sus costumbres! ¡quánta gracia penetrante en sus instrucciones! ¡quánta elevacion en sus máxîmas! ¡quán profunda es la sabiduría de sus discursos! ¡qué juicio tan firme, qué delicadeza, qué exâctitud en sus respuestas! ¡quánto dominio sobre sus pasiones!

En sus conversaciones a solas con su madre, era expansiva, entusiasta, y hasta un poco charlatana: en público permanecía inmóvil y silenciosa, como una bella flor; pero sus magníficos ojos hablaban por ella. Después de haber llevado a cabo con ayuda de Dios aquella obra encantadora, la marquesa habría deseado descansar, y ciertamente que tenía derecho a hacerlo.

De esta gloriosa embajada portuguesa, que el Padre Ambrosio presenció durante su permanencia en Roma, hizo el Padre a los frailes un entusiasta relato. La fama, decía el Padre Ambrosio, había anunciado por toda Italia la novedad singular de la Embajada portuguesa. Gran multitud de forasteros de todas las repúblicas y principados de Italia acudieron a Roma.

No obsta lo que va expuesto para que reconozcamos el notable talento poético del señor Muñoz y Pabón, la fresca lozanía, la luz y el colorido que pone en sus pinturas y la pasión entusiasta con que las anima. Acaso los inconvenientes que veo yo en el género no lo sean para niños o para lectores de mucha fe y de poca malicia.