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Y se alejó como un jabalí perseguido por la jauría entre silbidos y carcajadas, volviendo de vez en cuando la cabeza para escupirles el mismo esdrújulo injurioso. Las señoritas de Meré. En efecto, Emilita Mateo había logrado hacerse amar de un capitán del batallón de Pontevedra.

2.º Que á ningun judío se permita tener, leer ú oir leer el libro intitulado MAR MAR JESU, por estar lleno de blasfemias contra nuestro Redentor Jesucristo, ni otro cualquier libro ó escrito que sea injurioso á los cristianos, ó hable contra alguno de sus dogmas ó contra los ritos de la Iglesia, en cualquier idioma en que esté escrito, i que al contraventor de este decreto se castigue como á blasfemo.

Los invasores, que vigilaban el odio de la capital con la suspicacia medrosa del que ha padecido sus terribles efectos, no permitían, siendo tan grande su número y fuerza, que se manifestara lo que los madrileños pensaban y sentían; pero aun así, ¡cuántos cantares, cuantas jácaras, romances y décimas brotaron de improviso de la vena popular, ya amenazando con rencor, ya zahiriendo con picantes chistes a los que nadie conocía sino por el injurioso nombre de la canalla!

Cuando se cercioró de que era una realidad, de que había sido un vil delator, de que corría peligro la vida del ser que más amaba, entregóse á una violenta desesperación, mordiendo la ropa del lecho y prodigándose con furia epítetos á cual más injurioso. La imaginación le hizo ver la muerte próxima de la condesa.

Hay tanta majestad en aquel mundo de granito y hielo, que casi es un atrevimiento injurioso el aspirar á describirlo de cualquier modo. La aldea de Chamonix ocupa el centro mismo del valle á igual distancia de las neveras llamadas de Bois y Bossons, que son las mas próximas á la planicie.

Cuando Fuentes mató el primer toro y fue hacia la presidencia saludando a la multitud, Gallardo palideció aún más, como si toda muestra de agrado que no fuese para él equivaliera a un olvido injurioso. Ahora llegaba su turno: iban a verse grandes cosas. No sabía ciertamente qué podrían ser, pero estaba dispuesto a asustar al público.

Pero el moscón, enardecido por esta mansedumbre, redoblaba su zumbido injurioso; hasta que al fin la sagrada máscara pensaba que, aunque el silencio era obligatorio, no lo era la acción, y sin hablar palabra levantaba el cirio, dando con él varios golpes al borracho que turbaba el santo recogimiento de la ceremonia.

Tomaba la proposición del adversario, y en un dos por tres, con ultrajante sonrisa, se la hacía picadillo bajo aquella arte cisoria de la dialéctica que él manejaba de asombrosa manera; pero si al dejar caer su conclusión el contrincante no se declaraba vencido tornábase al pronto injurioso y mordaz, el labio se le crispaba hacia fuera, los ojos se le hinchaban de cólera, y era sabido que aquella mano, que dejaba caer la bendición desde el altar, había zamarreado del alzacuello a más de un eclesiástico.

A pesar de las sensibles reticencias de la historia respecto de este suceso, cuyos pormenores no pueden determinarse mas que los vagos contornos de una escena que se sueña, discurramos, lector amado, segun las probabilidades, y hagámoslo de manera que no resulte injurioso el relato de la venta de la basílica cristiana, ni calumniosa la semblanza del prelado que la consintió, si algun dia llegan á descubrirse documentos que aclaren el hecho.

El viejo pudo verla de cerca con sus ojos cegatos. «¡ que era guapaEl revoloteo de sus faldas y los frecuentes encontrones que tuvo con ella en sus idas y venidas por la cocina perturbaron al apóstol. Su olfato de guisandero se sintió molestado por el perfume de esta señora. «Guapa, pero con olor de...», repitió mentalmente. Para él, todo perfume femenil merecía este título injurioso.